* Analista internacional
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Hace algunos días, el Presidente Sebastián Piñera proclamaba: “Nuestro país es un verdadero oasis con una democracia estable, el país está creciendo… los salarios están mejorando”. El mandatario enumeró, en contraste, al grueso de los países de la región para concluir: “América Latina está convulsionada”, agregó que algunas economías están en recesión, como la argentina y la paraguaya, otras estancadas como la brasileña y la mexicana. Otros experimentan crisis políticas como Perú y Bolivia (ninguna mención a Ecuador), mientras que Colombia vive el resurgimiento de las guerrillas de las Farc. Venezuela no figuró.
Este domingo, Piñera cambió su diagnóstico de Chile: “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie, que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite”. Aplica el dicho que una semana en política es una eternidad.
Los dichos presidenciales ocurren a las puertas de la reunión de los países del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, Apec, por su sigla en inglés, en Santiago el 16 y 17 de noviembre. Más tarde, a comienzos de diciembre, está programada la gran cita medioambiental de Naciones Unidas, la COP 25. Ambos foros son destacados como grandes éxitos de la diplomacia chilena. Ellos, se ha señalado, deben consolidar la imagen de Chile como un país sólido y confiable. Reforzando la imagen de “una buena casa en un mal barrio”, un decir de moda hace algunos años. En La Moneda esperan, que si todo marcha bien, el Presidente podría ceñirse los laureles de una figuración internacional.
El reto mayor es el encuentro de la Apec, al cual se aspira que concurran tres de los máximos líderes mundiales: los presidentes de China, Xi Jinping; de Estados Unidos, Donald Trump, y Rusia, Vladimir Putin. Existe la expectativa que, en Santiago, Washington y Beijing firmen una tregua en la disputa comercial entre ambos países, que tiene enorme impacto en la economía mundial.
El desplazamiento de los tres mandatarios citados es acompañado por las más severas medidas de seguridad. Para evitar sorpresas, los gobiernos respectivos despachan avanzadas, como se llama a las inspecciones en la jerga diplomática, que verifican las condiciones en el país. Los más estrictos son los estadounidenses que, de acuerdo a algunas versiones, ya habrían expresado dudas sobre Santiago como una sede adecuada dados los últimos acontecimientos. Las declaraciones de Piñera de que “estamos en guerra” choca, de manera frontal, con la imagen internacional que el país ha pretendido proyectar. Las fotos y videos que recorren el mundo, de un país cuyas principales ciudades son patrulladas por militares con armas de guerra, refuerzan la metáfora presidencial. Un mensaje poco auspicioso para convocar a la comunidad internacional.
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