* Sacerdote y columnista. Twitter: @hugotagle
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No sé por qué critican tanto a Catalina Pulido. La verdad, nos ha prestado un gran servicio. Colocó sobre la mesa de discusión el tema del cinturón de seguridad. Si no hubiese sido por ella y su dramático evento camino a Farellones, no hubiésemos hablado tanto de la importancia de usar este artilugio, no se hubiese escrito sobre ello como se ha hecho, ni tanto experto en temas de seguridad hubiese tenido la tribuna que tuvo. Así es que, ¡gracias! Los malos ejemplos sirven más que los buenos. Nos muestran de mejor manera lo que se debe evitar en la vida y nos invitan a corregir errores o a no cometerlos si no queremos ser objeto de burlas en las redes. Si uno no se porta bien por convicción, al menos hay que portarse bien por temor a la sanción o al ridículo.
Pero el evento de la actriz dejó en evidencia otro problema: la nefasta conciencia de algunos chilenos de creerse por sobre la ley. El llamado que iba a hacer su acompañante al general de Carabineros deja de manifiesto esa triste idea de que algunos tienen más derechos que otros, que se pueden saltar la ley con un telefonazo, que pueden mover hilos a su antojo y así burlar la ley. Pero, la actitud de los funcionarios de Carabineros allí implicados (a quienes aprovecho de felicitar), dejó en claro que todos somos iguales ante la Ley y debemos responder por nuestras malas acciones.
Sí debo reconocer que la actriz prometió, días después, que “no se olvidaría nunca más de utilizar el cinturón de seguridad”. Lección aprendida.
El cumplimiento de las leyes de tránsito dice mucho de nuestro nivel de civilidad, de cultura cívica. Las leyes en general y las normas de tránsito en particular no están ahí para coartar nuestra libertad, sino para protegernos y aprovechar del mejor modo las posibilidades de un viaje seguro y placentero. Salvan vidas. De hecho, abundan los estudios sobre el éxito del uso del cinturón y otros elementos de seguridad de los autos. Seguro usted mismo conoce más de una anécdota en que el cinturón, las luces, el respeto a los signos del tránsito, salvaron una vida.
Y los adultos tenemos una especial responsabilidad de cara a los más jóvenes. Y esto comienza por casa. El respeto a Carabineros y a la policía en general es clave para el buen funcionamiento de la sociedad. Es indignante el maltrato constante a Carabineros en tantas partes de Chile. Es impensable conductas así en otros países. Y el respeto a la ley redunda en una sociedad más justa, fraterna y segura.
La mejor educación cívica comienza ahí, en la calle, cruzando por el paso de peatones, cediendo el asiento en el Metro o bus, dando la pasada a quien va apurado, no tocando la bocina sin razón. Siendo pacientes en las luces rojas. Manejando a velocidad prudente. Y eso se aprende por imitación. Las buenas conductas se imitan y crean escuela. Sea usted un buen maestro. Predique con el buen ejemplo. Usted mismo será el más favorecido.
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