- Gerente general de Fundación Portas
«Con lo de #Nido quedé mal, estoy muerta de susto y no es chiste. Partí a poner todo privado. ¿Hasta cuándo tenemos que vivir con miedo? ¿Hasta cuándo hacen lo que quieren con nosotras?”. Ése fue uno de los comentarios que este medio recogió hace unos días de las redes sociales y que publicó en una nota sobre el condenable caso Nido, en el que conocimos la repudiable publicación y difusión de imágenes de mujeres, sin su consentimiento, además de amenazas y un alto contenido de violencia. La misma recomendación realizó la ministra de la Mujer, Isabel Plá, quien llamó a tener resguardo con la información que se publica en relación con las direcciones, domicilios y movimientos de cada una de las personas usuarias de las redes sociales.
Lamentablemente, desde hace años somos testigos de la masificación de difusión de material íntimo de las mujeres en redes sociales. No es un tema nuevo, pero sí es un tema preocupante y relevante que debe movilizarnos para que no siga ocurriendo.
La violencia de las redes sociales se ha tornado descarnada y difícil de erradicar debido al vacío legal que existe en nuestro país para estas malas prácticas. El anonimato que entregan estas plataformas encubre una serie de comentarios mal intencionados y derechamente violentos, que influyen directamente en el bienestar socioemocional y físico de las personas, principalmente en quienes son el principal blanco de este bullying virtual: las mujeres.
Los estudios demuestran que son ellas las más vulnerables en estos espacios digitales, sobre todo aquellas que ocupan espacios públicos, siendo sometidas a violencia verbal y acoso. Es lamentable que una herramienta útil en algunos casos, sea al mismo tiempo la incubadora perfecta de actos que nos invitan a pensar en cómo nos estamos relacionando, pero, sobre todo, en el respeto que tenemos por el otro.
La culpa, en ningún caso, es de las víctimas, pero dado este desfavorable y hostil escenario, necesitamos resguardar cierta información que pueda ser usada negativamente en contra de nuestra integridad y al mismo tiempo cuidar nuestra huella digital.
El material y contenido que difundimos en las redes sociales permanece en la nube y educar a las personas en esta nueva era digital es, quizá, la mejor herramienta para combatir estas prácticas abusivas. Debemos aprender a ser ciudadanos digitales y tal como aprendimos a ser ciudadanos a pie, debemos serlo también en la web, para cuidar los datos personales y, sobre todo, para evitar la violencia de género, que tanto mal nos hace como sociedad.
Estamos en marzo, en vísperas del Día Internacional de la Mujer y la invitación es a hacer respetar a nuestras compañeras, a erradicar de raíz estas manadas virtuales y a reevaluar nuestro comportamiento en un espacio virtual cada día más violento y mal intencionado.
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