- Analista internacional
La situación venezolana es insostenible por mucho tiempo más. Ante la larga crisis política y económica, el grueso de los venezolanos ya tomó partido a favor o en contra del gobierno de Nicolás Maduro. En un clima de virulenta polarización está desatada, como era de esperar, una guerra de propaganda sobre lo que ocurre en el país.
La oposición señala que millones de sus compatriotas no tienen qué comer. Su salud sufre y no hay remedios. Como ejemplo, destacan que una docena de huevos cuesta el equivalente a la mitad del ingreso mensual de un trabajador. La inflación galopante duplica los precios cada semana. Apuntan como síntoma de su popularidad el triunfo electoral a la Asamblea Nacional en 2015, la última vez que los opositores se presentaron en su conjunto a los comicios.
Las autoridades desmienten, a su vez, semejante cuadro y señalan que la población tiene asegurados los alimentos básicos a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap). Éste es un sistema paralelo de distribución de alimentos que cubre la demanda a nivel de los hogares. Bastante similares a las Juntas de Abastecimiento y Control de Precios, más conocidas por la sigla JAP, que funcionaron durante el último tiempo de la Unidad Popular.
Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional y que reclama la presidencia nacional, llama a abrir las puertas del país para la recepción de ayuda humanitaria despachada por Estados Unidos y a menor escala por Colombia y Brasil. Guaidó ha ordenado a los militares venezolanos que no interfieran con estos embarques con insumos indispensables para la población. Mike Pompeo, secretario de Estado estadounidense, tuiteó: “El régimen de Maduro debe dejar que la ayuda llegue al pueblo hambriento”. Elliot Abrams, que sirvió como subsecretario de asuntos latinoamericanos bajo Ronald Reagan, es ahora enviado especial para Venezuela y en su opinión será necesario “abrir una vía de abastecimientos que podría requerir la participación de tropas, sean estadounidenses o de otro país de la región”.
El gobierno venezolano denuncia el cinismo de Washington: de una parte congela miles de millones de dólares de fondos del país, por la vía de sanciones, y por la otra ofrece ayuda. Estima que se trata de una operación de propaganda destinada a meter una cuña entre los militares y la población. Aún más, señalan que Estados Unidos al declarar que el país vive una crisis humanitaria prepara el terreno para una intervención militar. Hay un precedente: en 1999 la guerra contra Serbia fue calificada como una “intervención humanitaria” para proteger a la población kosovar. La operación bélica de Estados Unidos junto a la Otan fue la primera ejecutada sin la aprobación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
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