- Sacerdote y columnista. Twitter: @hugotagle
El próximo domingo 17 es el Día del Padre. Pasa el Día de la Madre y, al poco andar, ya nos preparamos para celebrar a los papás. La verdad, celebramos poco. Estas festividades son una buena excusa para traer alegría al hogar y celebrar un poco. No es necesario esperar a los grandes eventos para decir que nos queremos. Un primer consejo: invente excusas para decirles a los que quiere ¡que los quiere! En esto de quererse, no sirven los sobreentendidos. Es bueno expresarlo consciente y claramente.
Ser padre es la única profesión en que primero se recibe el título y luego se cursa la carrera. En efecto, no se nace siendo padre, se hace camino y gana experiencia con los años, muchas veces a tropezones. Felicito a los papás que se entregan y dedican a sus familias. Supone mucho sacrificio, renuncias, silencios e incomprensiones. Tener buenos padres es un regalo para la sociedad. Un padre es el hombre que día a día nos da ejemplo de vida, con su fortaleza y cariño. Llena de seguridad y da tranquilidad al hogar. Es el que aplaude oportunamente a los hijos en sus pequeños y grandes aciertos, porque sabe que tras ellos se esconden sus mayores logros. Un padre posee la sabiduría de un maestro y la sinceridad de un amigo. Un buen padre vale más que una escuela con cien maestros. Freud decía: «No creo que haya ninguna necesidad más grande en la niñez que la protección de un padre». El ejemplo de un buen padre ilumina, fortalece, inspira.
Un par de consejos del Papa Francisco para los padres. Primero, un padre no quiere hijos iguales a sí mismo, sino hijos sabios y libres. El padre «enseña lo que el hijo no sabe, corrige los errores que no ve. Hace sentir un afecto profundo y al mismo tiempo discreto». No ahoga ni agota. Es una sabia combinación entre rigor y firmeza, antes que complicidad y protección. “Te di un testimonio de rigor y firmeza que tal vez no comprendías, cuando hubieses querido sólo complicidad y protección”.
Se requieren padres ¡presentes! “Que sea cercano a la esposa, para compartir todo, alegrías y dolores, cansancios y esperanzas. Y que sea cercano a los hijos en su crecimiento”. Un padre bueno es un padre paciente. Recordando la parábola del “hijo pródigo” (Lc 15, 11-32), nos dice el Papa: “Cuánta dignidad y cuánta ternura en la espera de ese padre que está en la puerta de casa esperando que el hijo regrese”. Muchas veces, en relación a los hijos, «no hay otra cosa que hacer más que esperar; rezar y esperar con paciencia, dulzura, magnanimidad y misericordia».
Y para los creyentes, el modelo ideal de padre se encuentra en la oración de «El Padrenuestro» vivido en la paternidad. Sin la gracia que viene de Dios Padre, los padres pierden. Una sana referencia al Creador, fortalece la imagen paterna, y ayuda a los hijos en las dificultades de la vida. ¡Feliz día a todos los papás!
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