Opinión

¡Gracias, papa Francisco!

  1. Capellán UC. Twitter: @hugotagle

Reconozco que mi evaluación de la visita del papa Francisco a Chile no será muy objetiva, ya que le tengo gran admiración. Pero hay datos que acompañan mi entusiasmo por su breve e intenso paso por Chile. Recordemos los principales problemas que, sin duda, dificultaron la visita. Por de pronto, una fecha compleja, en medio del tiempo semiveraniego. Luego, el sofocante calor y la distancia a los lugares de encuentros masivos. Sólo en Temuco los fieles tuvieron que caminar más de cinco kilómetros para llegar al lugar de la misa. Muchos pasaron el frío de la noche al descampado en Maquehue; otros, trasnocharon o se levantaron de madrugada para poder participar de este encuentro con el Papa, rezar con él y celebrar la eucaristía.

Yo, pude participar del encuentro en la Catedral, en la UC y de la misa de Parque O´Higgins el martes 16. Allá partí como a las 4:30 am. El Metro venía ya lleno con familias, jóvenes y niños. ¡Fieles muy «aperrados»! que soportaron el cansancio para, en el caso de muchos, poder ver al Papa sólo a la distancia. Imposible no emocionarse ante la fe enorme de esos más de 400 mil feligreses que acompañaron al Santo Padre en esa memorable misa y encuentro de oración. La gente fue a encontrarse y rezar con él. Reinó un ambiente de oración, recogimiento, alabanza. Recuerdo el momento de la postcomunión. Se produjo un gran silencio, todos rezaban, acompañando al Papa. A lo lejos, sólo se escuchaba el ruido de los autos. Un momento mágico, de oración profunda y serena.

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Y el Papa vino a confirmarnos en la fe. Con un lenguaje sencillo, nos invitó a encontrarnos unos a otros; a derribar desconfianzas, a mirarnos a los ojos, a aprender del otro. «Chile sabe de reconstrucciones», nos dijo. Podemos superar la adversidad y desunión.

Gracias, Santo Padre, por abrirnos las puertas de la cárcel de mujeres. Esa realidad cruda, dolorosa y vergonzosa, a la que no queremos ver. La frase notable, llena de sabiduría y franqueza de la hermana Nelly León, la capellán de la cárcel femenina, describe la realidad de la mayoría de las mujeres y hombres privados de libertad en Chile: «50 mil hombres y mujeres pobres y vulnerables, privados de libertad en Chile. Digo pobre, Santo Padre, porque lamentablemente en Chile se encarcela la pobreza».

Gracias, Santo Padre, por recordarnos el mundo de los más postergados, a través del encuentro con organizaciones sociales en el Hogar de Cristo.

Gracias, papa Francisco, por alentarnos a construir la unidad, la paz y entendimiento. las diferencias que existen no son una debilidad, sino fuente de riqueza.

Gracias por recordarnos que somos una nación compuesta por múltiples pueblos, entre ellos el mapuche. ¡Usted oró en mapudungún! ¡Gracias!

Y podemos seguir agradeciendo: el paso por las calles, el encuentro con algunas víctimas de vergonzosos abusos por parte de consagrados, su petición de perdón en La Moneda, la misa en Iquique. En fin, sus sabias palabras que serán material de reflexión y carta de navegación para hacer de Chile un país más justo, pacífico y fraterno.

Y nos trajo la paz. ¡Gracias, papa Francisco!

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