El último compañero musical de Violeta Parra fue sepultado entre cantos, consignas y guitarras en Uruguay. La muerte del músico, revolucionario, luthier y escritor Alberto Zapicán, a los 94 años, enlutó a la cultura y la política uruguaya.
«Discreto, fino y sencillo, son joyas resplandecientes/ con las que el hombre que es hombre, se luce decentemente», dice una estrofa de esa composición.
«Alberto dijo me llamo, contesto lindo sonido/ mas para llamarse Alberto hay que ser bien ”albertío”», señala la última, en clara alusión al hombre que inspiró a Violeta.
Zapicán, amigo, músico y revolucionario
Alberto Giménez Andrade, conocido como Alberto Zapicán, vivía con su compañera Lilia «Ñata» Castro en una casa en el sur de Uruguay, y sin música porque le recordaba a «mis amigos muertos».
En su intensa vida política fue guerrillero del movimiento Tupamaros, y fue torurado durante la dictadura en su país. Su exilio lo trajo a Chile, donde conoció a Violeta Parra.
Con ella se incorporó a la Carpa de la Reina y grabó el disco «Las últimas composiciones», en el cual acompañó a la folclorista en las voces y con el bombo.
Fundó en 1969 el grupo Los Curacas y como parte del naciente Canto Nuevo entabló amistad con figuras populares como Ángel e Isabel Parra y Víctor Jara.
Después del golpe de estado de Pinochet volvió a ser detenido y toruturado hasta que pudo exiliarse en Ecuador.