Totalmente enfocado en su rol de alcalde de Coihueco desde diciembre de 2012 está Carlos Chandía, el exjuez nacional de fútbol que destacó a nivel internacional y por años fue considerado el mejor pito del país.
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Retirado de las canchas en 2009 tras dos décadas ligado al arbitraje, el edil de la comuna de la Región del Ñuble admite que «el trabajo en la municipalidad ha sido bastante más duro y complejo de lo que me habían dicho, por eso cambio 20 finales de la Copa Libertadores por una semana de alcalde (risas)… Acá todo cuesta todo más, pues dependemos mucho del Fondo Común Municipal pues no tenemos muchas industrias y tampoco hay tantas posibilidades de lograr recursos propios».
Y pese a lo exigente de su actual tarea (“… somos 24/7”, dice), quien en 2001 se convirtió en el primer chileno en dedicarse de forma exclusiva al arbitraje ya tiene claro su diagnóstico sobre el uso que sus sucesores en el fútbol le han dado al famoso VAR.
«Los árbitros están descansado mucho en el VAR. En algún momento teníamos la esperanza de que la tecnología fuera un aporte a la justicia deportiva, pero se ha transformado en algo totalmente antagónico. Antes había justificaciones para equivocarse, porque no existía este elemento der apoyo al juicio, pero hoy igual hay equivocaciones», sentencia sin dudar Carlos Chandía.
-¿Cómo cree que se sienten los jueces con esta nueva realidad?
-Yo creo que deben estar muy angustiados, presionados y complicados. Hay casos en los que se han demorado casi diez minutos para tomar una decisión sobre un penal basándose en el VAR, y aún así quedan dudas. Si voy a tardar tanto y aprovecho mala la tecnología, prefiero fallar con la primera impresión. Lo otro que no entiendo es por qué a veces van a revisar la pantalla y con otra jugada similar no lo hacen. Es incomprensible. Eso causa más incertidumbre, y da pie a las discusiones. Si ahora cuentan con esta ayuda tecnológica, hay que usarla rápido y de buena manera.
LOS RECUERDOS
Inserto desde hace tiempo en la política, Carlos handía no se olvida de sus años de árbitro, cuando fue considerado por mucho tiempo como el mejor del país y uno de los más destacados de Sudamérica, lo que le hizo estar en tres finales de la Copa Libertadores (vuelta de 2004 entre Once Caldas y Boca Juniors, ida de 2008 entre Liga de Quito y Fluminense, y vuelta de 2009 entre Cruzeiro y Estudiantes de La Plata), una definición de la Copa Sudamericana (vuelta de 2004 entre Boca Juniors y Bolívar), y tres finales de la Recopa Sudamericana (ida de 2005 entre Boca Juniors y Once Caldas, ida de 2007 entre Pachuca e Internacional, y vuelta de 2009 Liga de Quito e Internacional).
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También estuvo presente en la Copa Confederaciones de Alemania 2005, en el Mundial de Clubes de Japón de 2005 y en el Mundial de Fútbol Alemania 2006, donde participó en labores de apoyo.
«Rescato muchas cosas de mi visa como árbitro, que ocupa hasta ahora: disciplina, trabajo en equipo, perseverancia, honestidad, constancia, honradez y preparación. Recuerdo con especial cariño a mi mentor en el arbitraje, Jorge Rady, quien me formó y al que hasta hoy le agradezco lo que hizo por mí», rememora.
-De usted se recuerdan varios hechos: cuando echó en su último partido a Iván Zamorano en Calama por un pisotón, los aplausos por el gol de chilena de Gastón Cellerino en Talca y los consejos a Cristián Álvarez para que le atajara un penal a la «U». Pero hay una anécdota muy buena vinculada a un personaje del programa «El Chavo del 8″…
-(Risas) Sí, pues yo crecí viéndolo y dudo de que alguna vez haya otro programa de humor tan sano. En un amistoso de verano entre Colo Colo y Universidad de Chile en Iquique, (Marcelo) Barticciotto le fue a reclamar a un asistente, yo llegué corriendo y le toqué el hombre para decirle con los cachetes inflados, como el Quico, que no me simpatizaba. Fue algo espontáneo y me salió idéntico. Luego, en una gira con la selección por Asia en 2001 en los ratos de ocio les hice la imitación del Quico a los jugadores y desde entonces no me soltaban en la cancha.
LA POLÍTICA
Coihueco es una comuna de la Región del Ñuble con 26 mil habitantes, divididos en 35% de población urbana y un 65% de habitantes rurales.
Carlos Chandía es su alcalde desde diciembre de 2012, cuando fue elegido como independiente en el cupo de RN, y ahora va por su tercer periodo como militante de ese partido, al que entró luego de la reelección de hace cuatro años.
«La comuna es muy grande, tiene 1.777 kilómetros cuadrados, por lo que el trabajo es demandante. Y este año la pandemia de coronavirus nos ha dado duro, pues hemos tenido muchos casos, lo que en un momento me llevó a asumir la responsabilidad de pedir la cuarentena, una medida complicada e impopular, pues harta gente de acá vive de su trabajo del día», cuenta el edil, nacido en Coihueco, tal como sus padres.
«Voy por mi tercer periodo, lo que sería algo nunca antes visto en Coihueco. Mi votación subió en 2016 y veo una alta aceptación de la gente, aunque nunca se sabe. Pero a lo que aún no me acostumbro es a la dura lucha entre políticos. Hay que poner el cuero duro y mandarse a hacer un buen abrigo y chaleco de cuero de chancho».
-Si gana no podría seguir más en el cargo luego de 2024, ¿qué proyecta para después?
-No estoy de acuerdo con esa negativa que concretaron algunos parlamentarios para no caer solos, pues hay alcaldes que hacen muy bien su trabajo y se les cambiaron las reglas del juego sin darles opciones. Los parlamentarios están muy mal evaluados, al contrario que los alcaldes, y todos caímos en el mismo saco. Mi idea es seguir como alcalde hasta 2024, es mi plan. Pero no puedo negar que he tenido propuestas para ser candidato a diputado, lo que asoma como un paso lógico.