Fue el miércoles de la semana pasada cuando el escritor Joge Baradit publicó en sus redes sociales un video en el que contaba que va como candidato independiente a constituyente, apoyado por el Partido Socialista en el Distrito 10 (comunas de La Granja, Macul, Ñuñoa, Providencia, San Joaquín, Santiago).
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Algo que a muchos no sorpendió, pero que al involucrado le llevó su buen tiempo decidir.
«Lo pensé varios meses antes de dar este paso. Yo quería, pero te preguntas si de verdad serás un aporte. Y me di cuenta de que podía serlo canalizando, no representando, la voluntad popular Eso es lo que percibo, que puedo ser un canalizador», cuenta el también conductor de programas de TV basados en los temas que le hicieron conocido: el lado “B” de nuestra historia.
Amigas, amigos.
Nos pusimos a caminar,
a tratar de convertir la Convención Constitucional en una verdadera Asamblea Constituyente.Ojalá podamos caminar juntos.
Desde hoy, candidato a la constituyente.
🙂https://t.co/mGuIrr88DS— Jorge Baradit Morales (@baradit) December 2, 2020
-¿Por qué ir en un cupo del PS?
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-Hace un par de meses dije en una entrevista que me gustaría ser constituyente, y me empezaron a llamar desde el PPD a la izquierda. Tuve muchas conversaciones y todo se redujo al PS, el PC y el Frente Amplio. Me sentía cómodo con cualquiera de los tres, porque son compañeros de izquierda y lo que necesitamos hoy es unidad. Y al final se fueron dando mejor las condiciones con el PS.
-¿Cuáles son las condiciones de lado y lado?
-Tienen muy claro que mi independencia es absoluta. Yo no entraré al partido y además nunca he militado. Adscribo a los valores de la Comunidad por la Dignidad, un grupo al que pertenezco que defiende valores antineoliberales, antipatriarcales, solidarios y medioambientales, que surgió de asambleas populares posteriores al 18 de octubre de 2019. El PS fue muy generoso y su apoyo será con infraestructura y financiamiento.
-¿Cómo analiza el proceso iniciado hace un año?
-La gente está muy pendiente y más politizada que nunca, porque siente que el proceso les pertenece, que efctivamente es de ellos. Y la clase política debe asumir que esto es algo popular, no elitista.
-Pero se ve que los partidos reflotan nombres de antaño y asumen que ellos deben dirigir lo que viene…
-Los partidos no son tontos, y tienen claro que ya no pueden llevar a los dinosaurios que han ido reapareciendo. Tienen que llevar candidatos independientes. El 80/20 del Plebiscito indica que las personas no van a votar por miembros de los partidos políticos, cuya salida para recuperar algo de confianza es darles a lo menos el 50% de los cupos competitivos a los independientes. De lo contrario, lo que viene será un fracaso y habrá una debacle y decepción.
-¿Cómo imagina lo que viene?
-Vamos a ver a mucha gente votando el 11 de abril, porque históricamente los chilenos somos institucionales. Por ejemplo, cuando en los sesenta y setenta del siglo pasado estaban en boga la revolución cubana y el camino de las armas, nosotros optamos por una vía institucional al socialismo. Ahora la gente votó en alta cantidad en el Plebicisto, mostrando que quiere una nueva Constitución hecha por un órgano elegido en su totalidad. Ese modo institucional ha hecho que muchos abandonen las calles.
-¿Qué responde cuando se apunta a la violencia generada por el estallido social?
-Se dice que la violencia es la partera de la historia. No estaríamos hablando de una nueva Constitución si el pueblo chileno no se hubiera levantado para manifestarse, protagonizando un fenómeno masivo a nivel nacional. La violencia es algo adyacente y residual, por ello en manifestaciones de un millón de personas solo 50 causan destrozos.
-Pero esos 50 perjudican a muchos…
-Es muy distinta la manifestación de los momentos de violencia. Y hay que entender que la violencia tiene un origen que se puede entender, pero sin justificarla. La violencia también surge con mucha fuerza del Estado por medio de represión, elementos químicos, disparos y mutilados. En Chile nadie puede levantar el dedo y acusar a alguien de violencia, que es un generalizada.
-¿Tiene fe en el proceso?
-Sí, asumiendo que las luchas del pueblo chileno nunca han sido fáciles. Son duras y a contrapelo. Cometen un error los que esperan que estén dadas todas las condiciones para participar, pero ya estamos embarcados.
-¿Cómo espera que funcione el órgano que hará la nueva Constitución?
-Debe convertirse en una suerte de asamblea, generando mecanismos de comunicación fluida para recoger la opinión de las bases. Es vital que los constiyuyentes bajen a las asambles y a los cabildos para recoger la voz del pueblo y no sean unos iluminados encerrados en una habitación los que hagan todo.
-En lo personal, ¿cómo se ve en el escenario de la campaña?
-Creo que ya tengo el cuero duro por todos los ataques que he recibido por mis libros y opiniones, pero sé que la campaña será muy compleja. La ultraderecha es muy tóxica y venenosa, pero me siento preparado para ayudar en este proceso de una magnitud histórica sin parangón.
-¿Qué opina de la petición de algunos diputados de adelantar las elecciones de noviembre de 2021?
-No sé si (el Presidente Sebastián) Piñera debe entregar antes el mando o renunciar. Lo que sí sé es que no es una persona idónea para el proceso de cambio que viene, pues representa todo lo que el pueblo de Chile rechaza: la acumulación de riqueza, la oligarquía, el nepotismo, la corrupción y un modelo político y económico que tiene destrozado al país.
-Pero él fue elegido democráticamente…
-Acortar o no su periodo es decisión de otros, y en lo personal no sé el tema es la destitución o la renuncia. Pero insisto en que no es idóneo para lo que viene.
-¿Cuáles serán sus énfasis si es elegido?
-Defenderé una Constitución que sea un producto cultural, es decir, como la manifestación del país: cómo es y su personalidad. Chile es comunitario, adora a las familias grandes, colaborar y la solidaridad. Todo lo contrario a la Constitución individualista que tenemos. La solidaridad debe estar en el centro de todo, de la educación, de la salud, de la vivienda, del trabajo, de las pensiones. Hay que consagrar a un ciudadano integral, capaz de vivir en plenitud gracias a la garantía de sus derechos básicos.