El lunes, dos días después de que su departamento dio a conocer las estadísticas que revelaron que julio fue uno de los meses con mayor número de homicidios en la historia de la ciudad de Chicago, el superintendente de la policía David Brown repitió lo que se ha convertido en un macabro ritual de hacer un recuento de las muertes de niños.
En esta ocasión, la historia se centró en Janari Ricks: “Nueve años de edad, murió baleado mientras hacía lo que todo niño de nuestra ciudad debería poder hacer sin pensarlo dos veces: jugar con sus amigos en una cálida tarde de verano frente a su casa”, dijo Brown. “Ahora, en lugar de planear su futuro, los padres de Janari organizan el funeral de su hijo”.
Su muerte pone de relieve el incremento en la violencia con armas de fuego en Estados Unidos, que ha ido en aumento durante todo el año.
En la ciudad de Nueva York se han registrado 237 homicidios en 2020, en comparación con 181 durante el mismo periodo del año pasado.
En Atlanta, los totales son menores, pero el incremento es evidente: 76 asesinatos en lo que va del año, comparados con los 56 en los primeros siete meses de 2019. Del total de homicidios de este año, 23 -o casi la tercera parte- ocurrieron en julio.
Boston vive una historia similar. Después de registrar 25 asesinatos en los primeros siete meses de 2019, la ciudad ha tenido 35 en el mismo período del año en curso. Y 15 de ellos ocurrieron en julio.
Es difícil decir con precisión cuántas de esas víctimas eran menores de edad. Pero todos los días se publican encabezados en todo el país que relatan una historia tras otra de niños que son asesinados mientras disfrutaban de su infancia.
En Ohio, en poco más de una semana: un niño de 14 años murió en Columbus el 25 de julio luego de ser baleado mientras patinaba; un menor murió y su hermano gemelo resultó herido cuando una persona disparó contra su casa el 22 de julio. Además, el domingo, un niño de 1 año de edad fue asesinado y dos adultos fueron heridos después de que alguien disparó contra una vivienda.
Se desconoce de momento el número de niños que han sido asesinados este año en Ohio, pero tan sólo en Columbus hay 13 de esas víctimas.
En los primeros minutos de agosto, el Departamento de Policía de Chicago reportó que hubo 105 asesinatos durante julio, en comparación con los 44 de ese mismo mes el año pasado, convirtiéndose en el mes con mayor número de homicidios en la ciudad desde septiembre de 1992.
Chicago acumula 440 homicidios hasta finales de julio, en comparación con los 290 del mismo período del año pasado. Y cada vez hay más niños entre las víctimas.
Brown dijo que Janari fue el 38º niño en morir baleado en la ciudad en lo que va del año.
Los motivos, según aquellos que analizan los actos de violencia, intentan evitarla y han resultado afectados por ella, comienzan con la guerra abierta entre pandillas de Chicago, que parece haberse incrementado en los últimos años. Brown ha declarado que hay alrededor de 100 mil pandilleros que pertenecen a los 55 grupos delictivos conocidos de la ciudad, mismos que se dividen en cerca de 2.500 facciones.
Pero los tiroteos recientes, incluyendo uno ocurrido a las afueras del funeral de un pandillero, destacan un aterrador hecho: las pandillas parecen más dispuestas que nunca a abrir fuego contra un rival sin importar quién más esté en el sitio.
Eso fue lo que sucedió la tarde del 4 de julio cuando, según la fiscalía, tres hombres que viajaban en un auto vieron a un hombre que creían que había asesinado a un miembro de su pandilla unos días antes. Bajaron del vehículo y comenzaron a disparar.
Una de las balas impactó a su objetivo en el tobillo, pero otra alcanzó la frente de Natalia Wallace, de 7 años, matándola mientras jugaba justo frente a la casa de su abuela.
“No deberíamos tener que preocuparnos por que alguien se acerque a disparar, pero parece que esa es la nueva norma. Un niño asesinado a disparos mientras jugaba en la calle, mientras se comportaba como niño”, dijo su padre, Nathan Wallace. “Sólo estaba disfrutando del 4 de Julio”.