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Xenofobia, discriminación y elitismo: por qué la pandemia está sacando lo peor de nosotros

El encierro ha sacado a la luz casos que llenan de vergüenza, como violencia, xenofobia y ruptura de normas. Las largas semanas de confinamiento podrían detonar comportamientos primitivos y territoriales, según expertos.

(AP)

La crisis sanitaria por el covid-19 ha venido acompañada en Chile de varios papelones a nivel social: trabajadores de la salud siendo acosados en condominios, familias contagiadas recibiendo amenazas por parte de vecinos, episodios de xenofobia en Quilicura y Villa Alemana, decenas de miles de santiaguinos viajando al litoral para pasar semana santa y hasta personas en avioneta para comprar mariscos ¿Acaso el virus vino a desnudar algo que teníamos escondidos?

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Eduardo Sandoval, académico de la U. Autónoma y especialista en psicología de crisis, explica que la situación se asemeja a un escenario post catástrofe natural. “Los factores en común en esta crisis son el miedo, asociado al virus mismo; la incertidumbre, porque aún no hay vacuna y la amenaza es invisible; los efectos del distanciamiento social abrupto; y las cargas asociadas a las persona por el futuro económico”, dice el doctor en ciencias humanas.

El experto agrega que no hay un único factor que explique que una persona apedree la casa de un vecino de toda la vida porque tenga covid-19, sino que la explicación es multidimensional. “Si las personas están expuestas al miedo, incertidumbre, y mucho estrés, ahí se libera cortisol, que es la hormona que nos prepara para huir o defendernos. Cuando el estrés es permanente, es posible que surjan éste tipo de comportamientos primitivos”.  Según detalla Sandoval, recientes investigaciones han visto que luego de 10 días de cuarentenas sanitarias se generan efectos directos en la salud mental.

Para el sociólogo y académico de la U. Central, Rodrigo Larraín, “ésta es una confirmación de que cuando se rompe el frágil equilibrio de la incertidumbre y el miedo al otro, las sociedades sacan lo peor. Reluce la conducta primitiva, nos volvemos territoriales”. Eso sí, agrega, ciertas cosas han sido más sutiles  con ésta pandemia, en comparación a otras del siglo pasado. “No se ha visto, por ejemplo, la situación de rencor entre familiares que generaba un contagio. En pandemias pasadas, incluso ocurría masivamente que familias iban a dejar al enfermo a hospitales y los abandonaban”, añade el sociólogo.

Para los sectores acomodados que se saltan las medidas sanitarias, Larraín indica que se explica por la “anomia social” que se vive en Chile con los vecindarios, la ciudad, y la integración social, factor que saca a relucir el individualismo. “Esa relación rota se explica en gran parte por lo segmentado que está Santiago. La fuerte segregación espacial afecta muchísimo, si no, las personas sería más responsables”.

Ambos expertos coinciden en que, si bien los factores de estrés por la crisis sanitaria son iguale en Alemania como en Chile, la vulnerabilidad social en Latinoamérica potencia la incertidumbre. Larraín sostiene que la ausencia de políticas para los sectores que han visto vulnerada su estabilidad laboral, aumentan peligrosamente el agobio, por lo que cree sensato salarios de emergencia y apoyo directo de insumos de protección.

Sandoval agrega que, a causa de la envergadura de la crisis,  se estima que a largo plazo un grupo no menor sin historial clínico mental se verá afectado, y que tres de cada 10 trabajadores de la salud podrían terminar con trastornos de ansiedad, alimentación, sueño y estrés post traumático.

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“Hay cuatro principios para la protección psicológica: no perder la comunicación con otros pese al distanciamiento físico, restauración activa de rutinas, informarse siempre de fuentes oficiales y revisar  qué nos ayudó para afrontar desastres naturales en el pasado”, cierra Sandoval.

Dos preguntas a Eduardo Sandoval, especialista en sicología de crisis.

¿Por qué aparecen estos episodios despreciables socialmente? Los factores comunes son el miedo al contagio y la incertidumbre que genera no saber como enfrentar al virus, los efectos del distanciamiento social, que ha despertado mayores niveles de estrés, la dificultad para continuar con las rutinas y la carga asociada a la preocupación por el sustento económico a corto y largo plazo. Cuando el estrés se vuelve crónico, puede que surjan estas conductas primitivas. Lo hemos visto antes en Chile, como en los saqueos post terremoto.

Lo peor es que la crisis pinta para largo…  Esta emergencia es de gran envergadura. A corto plazo, los afectados serán las víctimas directas del virus, como quienes perdieron familiares. Además, se verán afectados quienes ya arrastran un historial clínico de salud mental. Aparte, se estima que al mediano y largo plazo, también personas sanas desarrollarán efectos mentales potencialmente negativos. La clave para afrontar la crisis pasará por la red de apoyo social y los lazos asociativos a nivel personal y comunitario.

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