Hasta hace poco, nuestro país era conocido internacionalmente como uno de los más estables y pacíficos de América Latina. El descontento social se estaba incubando de forma silenciosa. Con poco más de 10 días desde que esto comenzó, las protestas continúan. Una de las marchas pacíficas más grandes que se recuerden, demostró lo transversal del movimiento.
Fueron a ella poco más de 1,2 millones de personas, de sectores y clases sociales diversas. El fin de semana el gobierno decidió levantar el Estado de Emergencia y llevar a las Fuerzas Armadas de regreso a sus cuarteles. Se puso fin a los toques de queda y se anunció un cambio de gabinete. Pero al parecer no fue suficiente. Esta semana nuevamente se vieron manifestaciones de alta convocatoria, unas violentas y otras pacíficas.
Más allá del cambio
Mireya Dávila, académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, explica que los actos violentos observados en el centro de Santiago el día lunes irían más allá del cambio de gabinete. «No tienen relación», asegura. «Es un tema de seguridad pública que no se debería enmarcar con el movimiento», añade.
En este sentido, Dávila acusa que «ha faltado mayor eficacia de la inteligencia de las policías. No se ve que tengan una estrategia y una planificación para hacer frente a estas situaciones», agregó. Nicole Tornel, socióloga de la Universidad Centra, señaló que si bien las manifestaciones violentas no tienen relación directa con lo del viernes, si demuestra un grave problema.
Personas con furia
«Son personas que se sienten ignoradas, su actuar es lo que se denomina una radicalización a la no respuesta. Es gente enojada, que no ha tenido acceso a educación de calidad, que ven su día a día afectado por malas políticas públicas y que eso los lleva, lamentablemente, a canalizar esa rabia y furia de forma agresiva», agrega.
Incluso, Tornel apunta a que no sería un enojo sin objeto, ya que «si te fijas atacaron farmacias, que estaban involucradas en la colusión, el Compin, que también ha estado envuelto en polémicas y una tienda de ropa, donde la gente se ha endeudado también». Para la socióloga, el cambio de gabinete no fue suficiente y eso fue una grave señal para la población en general.
Ministerios clave
«Los ministerios de salud, educación y transportes no sufrieron cambio alguno, pese a ser los que abordan las principales solicitudes de este movimiento ciudadano», agregó la especialista.
En esa línea, la académica de la Universidad de Chile concuerda, agregando que «en el discurso post cambio de gabinete, hecho por el Presidente, se volvió a ver como criminaliza al movimiento y repitió las mismas medidas sociales que ha señalado en estos días. Nada nuevo, no ha sumado las solicitudes de la población».
Subsidios y no políticas concretas
Tornel añade al análisis que muchas de las propuestas presentadas hasta ahora son subsidios y no políticas públicas concretas. «La gente ve a los subsidios como un parche», critica. Gustavo Arellano, historiador con mención en Ciencias Políticas de la Universidad Católica de Valparaíso, ve con ojos críticos el comportamiento del gobierno.
«La crítica social llegó a un punto delicado, donde el diálogo es clave. La historia nos ha dado varios casos de inestabilidad de los gobiernos donde precisamente el descontento social, sumado a la falta de compromiso por parte del gobierno, suelen ser detonantes de situaciones más complejas», explicó.
Lo que falta
¿Qué se requeriría? Arellano cree que quedó pendiente la modificación de los ministros sectoriales, pero también que se presenten más medidas sociales efectivas y potentes, «pero explicadas de manera tal que puedan ser comprendidas y aceptadas por toda la población movilizada y molesta. La gente necesita más que gestos, necesita respuestas claras y directas», añadió.
Los tres analistas apuntan a que el gobierno no puede seguir con una dinámica de lógicas paralelas, hablando de la clase política y los ciudadanos, sino que el discurso debe enfocarse a hablar de «todos los chilenos». El efecto del cambio de gabinete, no fue el esperado, porque le faltaron otros cambios y la presencia de más rostros que no provinieran directamente de La Moneda, concuerdan.