El general (R) Juan Miguel Fuente-Alba se refirió a la acusación que lleva la ministra Romy Rutherfordd sobre la malversación de $3.500 millones provenientes de gastos reservados del Ejército. Según el general (R) «se han agregado un sinnúmero de falsedades difundidas profusamente, que no solo me perjudican a mí, sino que al Ejército».
Luego de seis meses privado de libertad en el Batallón Militar de Peñalolén, el general (R) Juan Miguel Fuente-Alba habló con La Tercera sobre su situación.
Para el uniformado el mayor sentimiento al ser procesado «fue de impotencia ante una situación incomprensible. Durante años (desde 2016 al menos) he colaborado amplia y abiertamente con la justicia, sin ocultar nada».
Sobre los el «descubrimiento» de cuentas en el extranjero a su nombre, sostiene que fue él quien pasó las fotocopias de las cartolas de una cuenta en el extranjero.
«Se comenzó a desarrollar una sistemática difusión de informaciones falsas que llegaron hasta sostener que mi patrimonio provenía de los fraudes cometidos por otras personas, lo que ya era de conocimiento público», manifestó.
Sobre su alto nivel de vida Fuente-Alba sostiene que es una mezcla de prejuicios y noticias falsas. «Es una perfecta demostración de cómo mi enjuiciamiento ha estado dominado por la profusión de dichos y rumores transformados ya en mitos acerca de mi patrimonio y de mi forma de vida».
Si bien se malversaron dineros, no fueron «para que yo llevara una vida con lujos o gastos desmesurados, sino porque, según dice la señora ministra en visita, se habrían destinado dichos dineros a fines que no se condicen con el propósito que la ley define para el uso de estos gastos reservados».
Fuente-Alba en ningún momento sostiene que llevaba un nivel de vida excesivo para su cargo, piensa mas bien que por ejemplo, la residencia del Ejército corresponde a la representatividad que la institución tiene en el contexto nacional e internacional.
«Aquí se mezclan otras noticias falsas elevadas ya a nivel de mitos. Por ejemplo, que estaban 25 o 30 personas a mi servicio en la casa que ocupé como comandante en jefe, como si fueran servidumbre personal, lo que es falso. O que usaba cinco o más automóviles».
Dice que con el tiempo se ha ido imponiendo con claridad que la residencia que ocupó en el Ejército no era de lujo: «Comprende un área de algo más de 180 metros cuadrados al interior de un edificio de más de 2.000 metros cuadrados construidos».