En septiembre del año pasado en medio de una manifestación proselitista en Juiz de Fora, localidad del estado de Minas Gerais, Jair Bolsonaro fue apuñalado en el estómago mientras estaba en campaña para convertirse en presidente y era cargado en hombros por unos partidarios.
El político de derecha fue atacado por el enajenado mental Adélio Bispo, que fue detenido y luego internado en un manicomio ya que no es imputable ante la ley. Desde su lugar de reclusión ha declarado que apenas salga volverá a atacar al presidente «por orden de Dios».
Tras el atentado Bolsonaro fue ingresado de urgencia en un hospital público de Juiz de Fora, donde los médicos consiguieron estabilizar su estado ante la gravedad de las heridas. Días después fue trasladado en helicóptero al mejor equipado centro médico Albert Einstein, en Sao Paulo, donde fue nuevamente operado y siguió el proceso de recuperación.
Relevante.
El juez Bruno Savino, de la localidad de Juiz de Fora, donde ocurrió el ataque, reconoció el “relevante valor histórico del cuchillo utilizado en el atentado” sufrido por Bolsonaro, por tanto, “el interés de su conservación en pro de la historia política reciente del país”.
El juez estima tan importante el arma, de facturación ordinaria, que será expuesta en el Museo de la Academia Nacional de la Policía, en Brasilia, en fecha todavía por determinar.
En tanto las secuelas del ataque aún incomodan al presidente, porque el domingo pasado fue sometido a una nueva operación en el abdomen, la cuarta desde que fue acuchillado. En esta ocasión fue operado para la corrección de una hernia de incisión que surgió a raíz de las intervenciones quirúrgicas a las que ha sido sometido.