La escasez hídrica y el cambio climático bien parece a estas alturas un asesino serial en Chile que se lleva cuanta zona agrícola y biodiversidad puede. Una nueva víctima es la Ciénaga del Name, un humedal importantísimo en el centro sur del país que agoniza por la falta de agua y que amenaza con terminar, más temprano que tarde, igual que la Laguna de Aculeo.
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El escenario es catastrófico, dicen entendidos y lugareños. La Ciénaga (o laguna el Ciénago) queda a unos 50 kilómetros de la ciudad de Cauquenes y se ubica en las cercanías del cerro Name. Además de ser un importante repositorio de biodiversidad en la zona en sí, es el único humedal de la zona central ubicado en el secano interior que queda. Es decir, depende únicamente de las precipitaciones.
«Este humedal es del tipo palustre: son de baja profundidad -no superan los dos metros-, pantanosos y de una vegetación muy exuberante. El problema es que en el contexto de cambio climático, precisamente con menos lluvias y a menor frecuencia, este tipo de humedales son los más perjudicados», explica Pedro Garrido, investigador de la Facultad de Ciencias Forestales de la U. de Talca.
Un estudio en 2014 hecho por la UC dio cuenta de su maltraído estado y de cómo su estatus de repositorio de biosfera se veía amenazado. En ese entonces, sin embargo, la laguna aún lucía bastas zonas de espejo de agua, escenario que en 2019 es muy distinto. Su extensión hace cinco años era de unas 200 hectáreas: 132 de pantano y vegetación acuática, y más de 61 hectáreas de espejo de agua. Ahora, sin embargo, «el humedal redujo su espejo de agua en más de un 50%», dice Garrido.
Eduardo Cancino, presidente de la junta de vecinos del sector, dice que la crisis del «ciénago» parece haber llegado a un punto de no retorno. «Los últimos 10 años ha sido extremadamente secos. Nosotros pasamos de un promedio de 700 milímetros al año, a menos de 300 y eso afecta al ciénago, porque no alcanza a abastecerse lo suficiente en época de lluvias», indica.
Eso queda en evidencia en los registros fotográficos, como los que tomó Gastón Luna, miembro del Museo Campesino en Movimiento (MUCAM), y donde queda a la luz que la Ciénaga se sostiene a duras penas en pleno invierno, época en donde debería recuperar su espejo de agua con las precipitaciones. En este caso, las imágenes datan de mayo de este año.
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¿Hay futuro?
Son varios los expertos que han visitado la zona en compañía de Cancino. «El humedal tiene mucha totora. Por ahí los científicos dicen que son como ‘las canas’ de un humedal, es un síntoma inequívoco del envejecimiento. No le dan más de 10 años de vida, como mucho», señala el representante de los lugareños.
La situación para la biodiversidad de la zona central es una catástrofe. Garrido, en sus años de investigación, documentó unas 80 especies. Según cuenta, al espejo de agua llega el cisne negro, varios tipos de patos, garzas, taguas, pidenes; y aves migratorias como el pitotoy y la golondrina. De ellas, nada quedará cuando el humedal se seque.
¿Ya no hay nada que hacer? Además del cambio climático, la sedimentación acelerada del humedal, la sobreexplotación de la agricultura y el uso desmedido de pozos por la presencia de criaderos de cerdos, serían los otros culpables.
A la fecha está en trámite una iniciativa de la seremi regional de Medio Ambiente para declarar la Ciénaga como Santuario de la Naturaleza. Puede que ya sea tarde, pero vecinos y expertos piden medidas urgentes para, al menos, asegurarse de que el humedal resista unos años más.
«Lo que podemos hacer es disminuir la tasa de sedimentación, establecer en torno a las zonas perimetrales todo un colchón de vegetación nativa que sirva de amortiguación del efecto del arrastre de sedimentos desde la laderas de los cerros. lo mismo para las quebradas por donde corre el agua», indica Garrido.
La otra medida urgente, dicen los lugareños, es minimizar el impacto de la extracción de agua de las industrias. «No nos queda otra que disfrutar lo poco que nos viene quedando», señala Cancino.