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El final feliz de la triste historia del perro sordomudo que fue devuelto dos veces a un refugio por su condición

Una familia con problemas de audición de Neuquén se quedó definitivamente con el dogo argentino.

La historia de un perrito blanco argentino es más triste que el futuro del planeta Tierra, porque hace un mes fue abandonado en un refugio de mascotas de la ciudad de Plottier, de la provincia de Neuquén, y luego de unos días una familia lo adoptó, pero al siguiente lo devolvió porque no se habían dado cuenta que era sordo.

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El pobre dogo argentino de unos siete años, según los veterinarios, pasó un par de semanas más en el refugio de la Isla Jordán, hasta que otras personas lo adoptaron, pero también lo devolvieron en un par de días, y la razón que dieron fue que, además de ser sordo el animal era mudo, porque no ladraba y así no podía espantar a los posibles ladrones, que era la misión que le tenían encomendada ya que su hogar había sido asaltado hace poco tiempo.

El medio Imcipolletti informó que entonces las voluntarias de la guardería que lo dieron en adopción no paraban de llorar. “Es horrible, re triste. Lo mismo que le hacen a él se lo hacen a otras personas. Los discriminan por sus capacidades diferentes”, dijo María Acosta cuando les fue regresado.

“Nosotros tratamos de que las adaptaciones sean buenas y para siempre, pero si eso no pasa, vamos a buscarlos porque velamos por sus vidas”, explicó.

En ese momento la mujer hizo un llamado a través del medio a la población para que “ojalá que la gente nos ayude a buscarle una casa donde el perro no sea una alarma, sino que lo adoptan para ser amado”, y la campaña prendió.

Decenas de personas se ofrecieron a adoptar al perrito, y la misión entonces del personal del refugio pasó a ser encontrar a la familia más adecuada, y al parecer así lo hizo porque los Guerrero fueron los elegidos y la particularidad de ellos es que son sordos, al igual que el dogo.

Su nueva familia vive en la localidad de Fernández Oro y contó que tienen mucho amor para dar, con la particularidad de conocer muy bien los límites y desafíos que presenta la discapacidad del perro, porque dos de sus integrantes son hipoacúsicos.

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«Además, tienen otras dos perritas: Maruca y Chuleta. Viven en una casa con patio cerrado y mucho amor, donde los animales tienen hasta un sillón para ponerse cómodos», informó Imcopolletti.

“Enseguida lo aceptaron como un integrante más de la familia. El dogo revisó la casa, corrió por todos lados, veía su reflejo en una ventana y ladraba; y ya se hizo amigo de las perras”, comentó María.

“Nos quedan 500 perros más, pero vamos a seguir adelante, la prioridad son los perros más viejitos que necesitan salir rápido de la guardería”, concluyó María.

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