Que las casas están caras en Chile no es noticia, pero sí es evidente que esto hace cada vez más lejano el sueño de adquirir una. Así los revela el “Índice de Acceso a la Vivienda” (PIR por sus siglas en inglés), dado a conocer ayer por la Cámara Chilena de la Construcción (CChC).
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Para elaborarlo se considera la relación entre el precio promedio de las viviendas y el ingreso promedio de los hogares. Este es un indicador global que por primera vez se mide en Chile, para lo cual el gremio consideró lo que en promedio percibe un hogar -33,8 UF mensuales o cerca de $ 913.000 mensuales- de acuerdo a datos de la encuesta Casen, junto con el valor promedio de un inmueble de 3.089 UF.
¿Qué dio eso como resultado? Que Chile alcanza un índice de 7,6, lo que nos ubica entre los países donde la vivienda es severamente no alcanzable, según la escala utilizada (ver infografía). A su vez, Santiago tampoco se aleja al alcanzar un índice de 7,4, por sobre otras urbes como Miami y ubicándose más cerca de Londres.
¿Qué significa eso? Que un hogar promedio debiera destinar 7,6 años enteros de sus ingresos en el país y 7,4 años de sus ingresos totales en la capital para poder financiar un inmueble.
Y es que los datos son evidentes. Según la propia CChC, el costo de comprar una casa o departamento ha crecido casi 68% en ocho años, mientras que los ingresos de los hogares no han ido al mismo ritmo: solo lo ha hecho en 24,7%.
En tanto, según datos de PortalInmobiliario, en el Gran Santiago, si en el segundo trimestre de 2011 el valor de una vivienda era de 27,6 UF por metro cuadrado, en el mismo lapso de este año, llega a 59,2%. Así, si consideramos un departamento de 70m2 con el valor de hoy de la UF, su precio varió desde poco más de $54 millones hasta los $116 millones en ese lapso.
Cómo se explica
Durante la presentación del índice, la CChC dio cuenta de una serie de causas que pueden explicar este explosivo aumento del costo de una vivienda y que está haciendo cada vez más difícil el sueño de ser propietario. De hecho, según la encuesta Casen, si a finales de los 90′, 70% de las personas contestaba que era dueño de la propiedad que habitaba, lo que se reduce a 59% en 2017.
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Desde el gremio sostienen que entre las causas para este fenómeno están las normas que limitan el crecimiento urbano que “virtualmente destruyen un mercado de suelo competitivo y empujan al alza el precio de las viviendas”. De hecho, se plantea que el aumento en el valor del suelo explica cerca de 50% del aumento del costo de las viviendas en la última década.
Al respecto, Uwe Rohwedder, arquitecto y Urbanista de la U.Central, apunta precisamente a este punto, pero al contrario, sostiene que falta regulación para evitar, entre otras cosas, especulación. “Efectivamente tiene que ver con el costo del suelo, pero la única manera de meter mano es que fuese regulado por el Estado”, no pudiendo quedar solo en manos del mercado, dice.
Y más allá de su ámbito de conocimiento, el académico apunta a otra arista y es tajante. “No tenemos buen acceso a tener vivienda porque los sueldo en Chile son malos”, subraya.
Desde la CChC también apuntan a los inversionistas, ya que con las bajas tasas, condiciones financieras particulares y una mayor demanda por arriendo han hecho crecer este fenómeno en el mercado de vivienda nueva. Así, quienes arriendan el inmueble que habitan pasó de un mínimo histórico de 18% en 2006 a 24% en 2017, según la Casen.
De esta manera, junto con una planificación urbana integrada y de largo plazo, y una densificación equilibrada e inclusiva, la CChC propone una “nueva y potente política de arriendos en la que, por la magnitud del problema, participe el sector público y el privado”, considerando que el mismo ejemplo anterior, el alquiler de un departamento de 70m2 pasó de $333 mil a $509 mil en promedio entre 2011 y 2019.
Opinión similar tiene Rohwedder, quien plantea que se debe ampliar la actual modelo estatal de subsidio de arriendos, ya que “actualmente es muy acotado”.
Por otro lado, expresa que más que pensar en seguir creciendo o expandiendo Santiago, «que es una locura», recalca que lo adecuado «es desarollar polos de desarrollo», que consideren que las viviendas estén cerca de los lugares de trabajo y con acceso a servicios.