Grupos humanitarios advirtieron el jueves de una crisis humanitaria que se está desarrollando en Bosnia, ante la llegada de más migrantes a uno de los países más pobres y volátiles de Europa, donde las necesidades de la población local ya ponen a prueba los servicios sociales.
La Cruz Roja Bosnia expresó su alarma por el creciente número de migrantes desesperados en las ciudades de Bihac, Velika Kladusa y Cazin, en el noroeste del país.
“Estamos teniendo problemas para proporcionar alimentos y productos sanitarios a los migrantes”, dijo Selam Midzic, responsable de la delegación de Cruz Roja en Bihac.
Miles de migrantes duermen al raso en calles y parques tras intentar cruzar la frontera a Croacia y ser devueltos a Bosnia, según grupos humanitarios.
La tensión está creciendo entre los propios migrantes, que se han enzarzado en peleas, y con los residentes locales en Bosnia. Los grupos humanitarios dijeron que les está costando cubrir las necesidades de los migrantes.
“Se mueven libremente. Ya no podemos dormir en paz, estamos siempre en alerta”, dijo Husein Karajic, residente en Velika Kladusa.
La llamada ruta de los Balcanes que toman los migrantes desde Oriente Medio, Asia Central y el Norte de África con la esperanza de llegar a la Europa occidental se desplazó a Bosnia hace dos años después de que otros gobiernos cerraran las rutas habituales al norte del país.
La mayoría de los migrantes llegan a Bosnia desde Grecia tras cruzar relativamente sin trabas por Macedonia del Norte, Montenegro y Serbia. Según las estadísticas del gobierno bosnio, la mayoría procede, por ese orden, de Pakistán, Bangladesh, Irak, Siria y Aghanistán.
Bosnia, que nunca llegó a recuperarse del todo de su guerra entre 1992 y 1995, ha tenido problemas para ofrecer cobijo, alimentos y atención psicológica a unos 34.000 recién llegados al país desde principios del año pasado, según datos del gobierno bosnio.
Al mismo tiempo sigue creciendo la presión migratoria. En los primeros cinco meses del año, el país registró unas 9.000 llegadas de nuevos inmigrantes, casi 12 veces más que en todo 2017.
El serbobosnio Milorad Dodik, que ahora lidera la presidencia conjunta de Bosnia, partidario de que los serbios se independicen de la multiétnica bosnia y se unan a Serbia, ha aprovechado la crisis para defender su política de “serbios primero”, lo que ha incluido negarse a alojar migrantes en la mitad del país bajo control serbio, que disfruta de una gran autonomía.
En el pasado, la mayoría de los migrantes que entraban en Bosnia lo hacían de forma temporal hasta que lograban cruzar la frontera a Croacia, según estadísticas del gobierno serbio. Pero el país vecino, miembro de la Unión Europea y que comparte una frontera de 1.000 kilómetros (620 millas) con Bosnia, ha tomado medidas adicionales, como cercas, para evitar los movimientos transfronterizos.
Varias organizaciones de derechos humanos han acusado a la policía croata de golpear a los migrantes, confiscar sus escasas pertenencias y devolverlos de forma ilegal a Bosnia fuera de los pasos fronterizos oficiales y sin notificar a los guardias fronterizos bosnios. También ha habido reportes de policías croatas que entraron en Bosnia para alejar más a los migrantes de la frontera. La policía croata niega las acusaciones.
Aunque el gobierno croata y sus agencias de seguridad han adoptado una dura retórica contra los inmigrantes, la Cruz Roja Croata ha redoblados sus esfuerzos por asistir a sus sobrepasados colegas bosnios.
“Los agobiados trabajadores humanitarios (en Bosnia) son ahora la última línea de defensa contra un caos total”, afirmó Robert Markt, responsable de la delegación cro