Los constantes temporales en la zona central de tres días y con más de 50 milímetros de agua caída parecen ser una imagen de otra época. La crisis hídrica en 61 zonas del país es solo una muestra del caos que produce la peor sequía en un siglo, y que tiene tanto a comunidades, agricultores y varios rubros pendiendo de un hilo.
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La situación hoy obliga a extremar recursos en Chile. Tanto así, que se barajan medidas que hace varios años podrían haber sido desechadas de plano. Y cómo no, si los ríos de la zona central hacia el norte lucen el menor caudal en 30 años y las precipitaciones en Chile sufren un déficit en torno al 7% cada año.
Ese escenario alimentó la posibilidad de construir una carretera hídrica a lo largo de Chile, una idea que, detalles más, detalles menos, habla de acarrear por tierra el recurso hídrico que aún goza con suficiencia el sur del país, hacia la zona central y norte, que agoniza de a poco.
El proyecto lo impulsa la Corporación Reguemos Chile, una iniciativa público-privada de infraestructura hídrica que busca captar, almacenar y transportar agua desde los ríos y lagos de la Octava y Séptima, hasta Atacama. De hecho, la iniciativa, según dice su director Ejecutivo, Maximiano Letelier, la presentarán los primeros días de julio al MOP.
«Sería ideal que luego de presentarla, se declare de alto interés público en un plazo no mayor a 6 meses», dice el representante de la Corporación.
Colosal
La iniciativa cuenta con 5 tramos, aunque en julio presentarán los primeros 3. Se trata de unos 1.800 kilómetros que llegarían hasta el Embalse Corrales, que está a la altura de Los Vilos. Letelier explica que «dado lo extenso y variado del terreno, el proyecto contempla tanto canales abiertos, tuberías, puentes con ductos, trancas de acumulación y mecanismos hidráulicos».
La envergadura del proyecto es tal, que se avalúa en entre 15 y 18 mil millones de dólares de inversión en los tres tramos. ¿Por qué gastar una millonada en traer agua hasta el norte? «El proyecto pretende regar 500 mil hectáreas, que implica duplicar la superficie de riego del país, triplicar las exportaciones de alimento, y abastecer las comunidades rurales que sufren la sequía», explica Letelier.
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Otro de los planes es usar parte del agua para rescatar caudales del Río Petorca, La Ligua y Salamanca, por decir algunos, además de usar la gravedad en ciertos tramos para generar energía eléctrica. La pregunta es, ¿se va a secar el sur para nutrir al norte? Letelier detalla a Publimetro que el plan busca usar no más allá del 5% del caudal de los ríos sureños en período invernal (abril a septiembre), asegurando así no interrumpir los riegos durante el verano.
Como sea, la Corporación Reguemos Chile no es la única en la batalla por la carretera hídrica. En 2016 el consorcio chileno-español Euro Engineering Group Chile (EEG) ingresó un proyecto similar en el MOP. Ellos postulan una tubería matriz de 3 metros de diámetro y de una longitud de 2.400 km, captando agua desde los ríos Biobío, Maule y Rapel hasta la región de Arica, un esfuerzo que costaría US$ 6.078 millones.
Otra alternativa es transportar el agua vía cañerías desde el mar, conectando desembocaduras de ríos del sur hasta Valparaíso, Coquimbo, Antofagasta y Atacama. La propuesta ingresó en diciembre pasado por parte de Vía Marina, empresa de capitales franceses. ¿Su costo? US$ 8.082 millones.
«Es la propia realidad trágica la que nos avala. De Rancagua al norte hay un desastre que no solo está en cifras, es visual. Eso le pone sentido de urgencia al proyecto», dice Letelier.
Agua de mar como opción
La crisis hídrica no solo se soluciona con grandes proyectos. Por lo mismo, una de las tendencias que viene creciendo en el país son las plantas desalinizadoras de agua de mar.
Se estima que diariamente en Chile se desalinizan 500 mil toneladas de agua, lo que sitúa al país como líder en Latinoamérica. Y no sólo desde la minería aprovechan este recurso, sino que se está abriendo tanto a municipalidades como pequeñas comunidades.
El doctor Aldo Saavedra, del Laboratorio de Procesos de Separación por Membranas de la Usach, es un investigador que impulsa la desalinización a bajo costo para alimentar a las localidades afectadas y pequeños agricultores. Lo que el experto propone es unir las plantas de desalinización con la alimentación vía paneles fotovoltaicos.
Con eso, dice Saavedra, «se puede reducir hasta el 50% el costo de la producción del agua». Además, recalca que usando la osmosis inversa, donde el agua se prefiltra y luego se envía con altas presiones hacia membranas dispuestas en módulos, el valor de producción del agua puede ser tanto o más competitiva que la convencional.
Ejemplos hay varios, como la planta desalinizadora con energía solar de Rapa Nui; la de Lluta, donde la administra la propia comunidad; o las dos plantas comunales de La Ligua. Saavedra propone replicar eso en lugares como Petorca o Paine. «Pero no se trata de instalar cualquier cosa, debe ser con la tecnologia más eficiente, aprovechando al máximo la energía y urge crear una política nacional de desalinización para eso».