La Iglesia Católica atraviesa por una de las épocas más complejas de su larga historia, sobre todo por los comprobados abusos sexuales cometidos por el clero, y el encubrimiento de éstos realizado por sus superiores jerárquicos.
Lejos de esos problemas, la monja española de 77 años, Inés Nives Sancho, llevaba 23 como misionera en República Centroafricana, hasta que la violencia que gobierna la nación mediterránea de cuatro millones y medio de habitantes, le costó la vida de una forma horrorosa.
La religiosa pertenecía a la congregación francesa de las Hijas de Jesús, y sin hacerle daño a nadie impartía clases de bordado a niñas y jóvenes de escasos recursos de la aldea de Nola, al suroeste del país.
La anarquía política imperante en el territorio habría sido una de las causas del asesinato, porque catorce grupos armados de los llamados «señores dela guerra» se pelean el poder desatando un baño de sangre, reclutando a niños a la fuerza y dejando tras su paso una estela de abusos sexuales.
La nación africana tiene el triste récord de ser el lugar más peligroso para realizar trabajo humanitario. El 2018 pasado se registraron 175 agresiones y el año anterior 17 voluntarios fueron asesinados.
Sobre el crimen de la monja, el sacerdote Juan José Aguirre, de la diócesis de la ciudad Bangassou, declaró al programa español “La Linterna” que “los asesinos entraron a su habitación, la sacaron de la cama y la decapitaron (con un machete) sin provocación de parte de ella. No sabemos por qué lo hicieron”.
«Estamos caminando con nuestro pueblo y tenemos puesta la confianza en el de arriba. Tenemos pena, por lo que le ha pasado a Inés. Ella era una monja menudita, que no hablaba mucho. Las muchachas con las que hacía costura tienen que estar muy tristes ahora. Pero nosotros seguiremos trabajando en esta zona del mundo», agregó el cura.
Un diputado local teorizó que la causa del asesinato estaría relacionada con el trafico de órganos humanos, o con rituales de cultos paganos imperantes en la región.
En tanto el Papa Francisco condenó el hecho y llamó a rezar por la difunta. Mientras que el jefe de Gobierno español, Pedro Sánchez, le manisfestó su pesar a los familiares de la monja.