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Los telescopios de la Tierra atraparon por primera vez un agujero negro: cómo cambia a la ciencia la fotografía más grande de la historia

Luego de más de 100 años, la teoría que postulaba la existencia de estos colosos ya es un hecho. Adentrarse más allá de su horizonte es el desafío.

En 1915 ya lo había publicado Albert Einstein. En su teoría de la relatividad general calculó que la fuerza de gravedad en los cuerpos de extrema densidad debían alterar el espacio-tiempo, al punto de que esa fuerza no permitiera escapar nada; y a eso le llamó agujeros negros.

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104 años después, la ciencia hizo la demostración total de lo que el reconocido científico ya había imaginado en su cabeza, al divulgar este miércoles la primera imagen de un agujero negro a 55 millones de años luz de la Tierra.

La expectación fue brutal. Nunca antes la humanidad se había esmerado tanto por tomar solo una foto. Fueron en total 8 telescopios desde varias partes del mundo, incluidos los dos más importantes en Chile: los radiotelescopios de Alma y Apex, ambos en Antofagasta. Además, trabajaron más de 200 científicos en ubicar el agujero, que se ubica en el centro de Messier 87, una galaxia que habita un cúmulo cercano llamado Virgo.

La fotografía de EHT, tomada a 55 millones de años luz.

«Sabíamos teóricamente de su existencia, nos dábamos cuentas de sus efectos, pero ahora tenemos una muy fuerte evidencia directa, lo estamos viendo», dice Neil Nagar, uno de los colaboradores principales del proyecto, además de investigador del CATA y académico de la U. de Concepción.

Lo que captaron las «cámaras» de la Tierra es un monstruo suelto en el espacio. El agujero negro tiene una masa que es 6.500 millones de veces superior a la de nuestro Sol. Según explica Francisca Concha, astrónoma que creó la plataforma Primer Fotón, los agujeros consiguen una masa tal que su gravedad impide que cualquier cosa que ingrese, pueda salir. Esa línea de la muerte es llamada «horizonte de sucesos», mismo nombre que recibió el proyecto internacional.

«Eran pura teoría y matemática hasta que se detectaron las ondas gravitacionales hace tres años. Pero la evidencia observacional que tenemos ahora es todo lo que se esperaba ver a través de modelos», dice Concha.

En efecto: la sombra en el centro, gas en la órbita, el tamaño de los fotones orbitando y el radio, era tal como la ciencia, la litertura y hasta las últimas películas de Hollywood lo pintaban.

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Más respuestas

Sergio Torres, astrónomo de la Universidad de la Serena, señala que los hay de dos tipos: los que nacen tras la muerte de una estrella de gran masa, que en promedio equivalen a unos 10 soles; y los supermasivos, que se sitúan en el centro de las galaxias y representan varios millones de soles.

Se los asimila siempre con la destrucción, pero los agujeros negros incluso aportan a la armonía, dice Nagar. «Parece que la evolución del agujero negro está íntimamente relacionado con el crecimiento de la galaxia. Si ésta crece al doble, el agujero crece al doble. Parece haber una balanza, una manera de comunicar que si la galaxia está creciendo demasiado rápido, el agujero va a parar el crecimiento de la galaxia», dice.

«Lo que ocurre luego del horizonte de sucesos sin duda es lo más fascinante», dice Torres. Y dado que la humanidad ya tocó ese horizonte con los ojos, el desafío ahora es cruzarlo. Algunos, eso sí, postulan que sería imposible. «Es el gran desafío», dice Torres.

Esfuerzo mundial

El proyecto «Event Horizon Telescope» tuvo el potencial de un lente del tamaño de la Tierra.

Los radiotelescopios tenían un par de días al año con las condiciones perfectas, con la ubicación y el momento en sincronía extrema.

Recabaron  5 petabytes (5 mil terabytes) de información y, como era imposible trasmitirla por internet, se transportó en varios discos duros que llegaron a la media tonelada, hasta supercomputadoras que procesaron durante largos meses la imagen.

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