No es ninguna novedad que el gran poderío militar de Rusia tiene nerviosos a sus “enemigos”. Sin embargo, su arribo a Venezuela y Turquía hace más que incomodar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan), sobre todo a Estados Unidos.
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Turquía
Durante la reunión por el 70 aniversario de la alianza Otan, el plan de Turquía para adquirir un sistema ruso de defensa aérea fue un tema que no pasó desapercibido.
El país de oriente medio, con el segundo ejército más grande del grupo, tiene pensado comprar el sistema ruso misiles antiaéreos S-400, capaz de interceptar de forma simultánea hasta 80 proyectiles en un radio de alcance de unos 400 kilómetros.
El vicepresidente Mike Pence advirtió que Turquía pondría en riesgo su membresía en la Otan si continúa con sus planes. Pero el ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, dijo que el sistema ruso S-400 no será una amenaza para la alianza.
Venezuela
El gobierno estadounidense reiteró el viernes sus reclamos de que Moscú retire su personal militar de Venezuela, donde ayuda a sostener al acosado presidente Nicolás Maduro.
La consultora israelí en defensa ImageSat International (ISI) dio a conocer imágenes satelitales de una batería de misiles rusos S-300 que habría sido desplegada en la base aérea Capitán Manuel Ríos.
El S-300 es un sistema de misiles “capaz de interceptar medios de ataques aéreos a una distancia superior a 250 kilómetros y atacar simultáneamente varios objetivos”, según ha informado el gobierno ruso en ocasiones anteriores.
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A pesar de que este sistema antimisiles fue diseñado durante la Guerra Fría, continúa vigente hasta el día de hoy en la defensa contra aviones, misiles de crucero y misiles balísticos, siendo superado sólo por el S-400 y el Thaad diseñado por EEUU.
Al rechazar los reclamos de que retire su personal militar, Moscú ha dicho que hay fuerzas estadounidenses en muchas partes del mundo y que nadie le dice a Estados Unidos dónde puede o no puede estar.
