La escuela Profesor Raúl Brasil es el nombre del recinto escolar que ayer quedó marcado para siempre. Ocho jóvenes terminaron asesinados y once heridos tras un ataque con una pistola calibre 38 y herramientas. Dos jóvenes de 17 y 25 años fueron los culpables de la sangre, ingresando al recinto cerca de las 9:00 y disparando a diestra y siniestra. Finalmente y como ya parece tradición en cuando a ataques o tiroteos en recintos públicos, ambos se suicidaron.
Según videos de las cámaras de seguridad entraron a la escuela de a uno y llegaron arriba de un auto. Esta no estaba resguardada por guardias ni funcionarios, y era horario de recreo, por lo que circulaban muchos estudiantes.
Guilherme Taucci Monteiro fue el primero en ingresar, estaba armado y tenía clases en la escuela Profesor Raúl Brasil hasta el año pasado. Por lo mismo conocía de memoria las instalaciones de la institución y no tuvo problema en saber hacia donde corría. En el hall abrió fuego y derribó a tres estudiantes, mientras otro grupo grande huyó tras sus pasos.
El adolescente estaba cumpliendo dicha tarea cuando el segundo implicado salió del auto. Luiz Henrique de Castro tenía 25 años, también fue ex estudiante del colegio y su armamento era a lo menos inusual. Los peligrosos objetos consistían en una ballesta, un arco con su respectiva flecha y un hacha. Su primer acto al entrar fue escalofriante: con el machete re mató a los tres que yacían en el suelo atacándolos en reiteradas veces en la cabeza.
Escape de estudiantes
Ni un minuto transcurrió cuando una joven, que huyó del otro agresor, pasó por el pasillo para salir. Ahí Henrique la atacó a golpes y tras una breve pelea la joven logró escapar.
Seguida a ella una horda de estudiantes corrían, con el mismo objetivo. Desesperado, y con el mismo machete que atacó a quienes su amigo ya había matado, lanzó golpes con el arma. Estos llegaron a al menos dos jóvenes que afortunadamente no se neutralizaron y huyeron también. El espeluznante video muestra la desesperación de los jóvenes por tratar de huir y la deshumanización de los agresores.
