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Ex nuncio apostólico de Chile dejó una honda y oscura huella de complicidad con la dictadura militar

En exclusiva del semanario "The Clinic" , Fréderic Martel revela los oscuros pasos de quien fuera el "poder detrás del poder" en tiempos de Juan Pablo II

Una cadena de historias oscuras, de estrechas relaciones de una «corte gay» con la dictadura militar chilena y zancadillas a sacerdotes progresistas, reveló el sociólogo y periodista Frédéric Martel, en un adelanto de su libro «Sodoma», texto que fue dado a conocer en exclusiva por el semanario «The Clinic».

Tras más de 1500 entrevistas, a lo largo de 4 años de investigación y previa verificación de documentos desclasificados, el equipo que produjo «Sodoma» no pretende atacar las preferencias sexuales de los sacerdotes en el Vaticano, sino la instalación «de una estructura de secretismo y complicidad que ha tenido efectos perversos en la conducta pública de la Iglesia Católica».

Si bien registra informaciones sobre lo que sucedió «puertas adentro» en el Vaticano, Martel comprobó los movimientos del ex nuncio apostólico en Chile, Angelo Sodano, el mismo que se convirtió de tibió crítico a acérrimo defensor de la dictadura militar (1973-1990).

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«(Sodano) se daba la gran vida (en Chile). Salía en coche con escolta policial y luz giratoria, algo sorprendente tratándose de un nuncio. Asistía a todas las inauguraciones y exigía un asiento reservado en primera fila”, explicó el autor en el texto publicado por «The Clinic».

Además de adorador de la «buena mesa y el poder», el ex nuncio apostólico «fue el artífice en el nombramiento de cuatro obispos ultraconservadores, que hicieron el contrapeso a la Iglesia del Concilio Vaticano Segundo, que tenían mayor peso en la curia chilena antes del papado de Juan Pablo II». 

Pero uno de los puntos que más llamó la atención del investigador, fueron sus constantes visitas a la parroquia de El Bosque, donde oficiaba los ritos, Fernando Karadima, acusado de abusos sexuales, que han puesto en jaque a una de las instituciones eclesiásticas de más tradición.

A finales de los años sesenta, Sodano se desempeñó como nuncio subrogante en Santiago, y fue en 1977 cuando fue designado como titular. Se recuerda que su participación en la visita de Juan Pablo II en 1987, le catapultaría al cargo de secretario de estado vaticano.

 “En 1983 (Sodano) intrigó para sustituir a (Raúl) Silva Henríquez, un cardenal moderado que criticó los desmanes de la dictadura y se mantuvo leal al presidente de la república, Salvador Allende. Sodano logró que en su lugar fuera nombrado Juan Francisco Fresno Larraín, un notorio aliado de Pinochet y obispo ‘insignificante’”, dijo Martel.

“Desde Roma, cuando Juan Pablo II le nombró secretario de Estado, Angelo Sodano siguió moviendo los hilos en Chile y protegiendo al dictador. En 1998 logró que Francisco Javier Errázuriz fuera nombrado arzobispo de Santiago y después propició su nombramiento como cardenal”, sostiene Martel.

En contraparte, el investigador no descarta que los servicios de inteligencia de la dictadura, hayan «influido» en el comportamiento del alto representante diplomático. «No sabemos por qué el nuncio apostólico Angelo Sodano tenía tanta afición por este círculo homosexual. ¿Por qué frecuentaba este ambiente justo cuando Juan Pablo II proclamaba que la homosexualidad era un pecado abominable, el Mal absoluto?»

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