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El mercado negro de las obras patrimoniales: el lucrativo negocio que la PDI intenta rastrear

El 21 de agosto de 1911 se llevó a cabo el robo más famoso en la historia del arte. Vicenzo Peruggia, ingenioso criminal, ingresó hasta el Museo del Louvre para robar a la Mona Lisa. Durante dos años, la icónica pintura de Leonardo Da Vinci, permaneció extraviada hasta que Peruggia fue atrapado luego de que entregara la pintura a un anticuario de Florencia.

El hurto de La Gioconda es un hito dentro de la venta ilegal y contrabando de obras de arte, acto delictivo que en nuestro país reflotó tras la millonaria incautación de estatuas en una casa patronal en San Francisco de Mostazal, propiedad del empresario Raúl Schüler.

El hallazgo de la Policía de Investigaciones incluye obras sustraídas desde Valparaíso, el Cerro Santa Lucía, el Cementerio General y la iglesia de San Francisco. Según las estimaciones de los detectives, alguna de las piezas podrían ser vendidas en el mercado ilegal por más de 100 millones de pesos. Sin embargo, los detectives aseguran que no han podido identificar una red organizada dedicada al comercio ilegal de estos objetos.

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El comisario Marco Orellana, de la Brigada Investigadora de Delitos Contra el Medio Ambiente y el Patrimonio Cultural (Bidema), considera que aquellos que sustraen este tipo de obras deben trabajar de manera organizada. “Estos son casos puntuales, pero si son grupos que tienen algún grado expertiz para remover las estatuas que están empotradas. Se necesitan maquinarias y vehículos para su posterior comercialización”.

El registro de la policía indica que hay cerca de 190 obras con encargo por robo, entre joyería mapuche, obras francesas del siglo XIX y un cáliz de los jesuitas, entre otras.

Luis Montes Rojas es escultor y académico del departamento de artes visuales de la Universidad de Chile. Durante su carrera ha trabajado en la restauración de obras que han sido vandalizada, abriendo un segundo punto en el mercado ilegal. “Hay esculturas que simplemente le faltan un brazo o le han arrancado un trozo, en esos casos lo más probable es que las piezas terminen siendo fundidas para hacer dinero rápido por el valor del material con el que están construidas”.

Por su parte, las autoridades se han comprometido ha endurecer la legislación en torno al hurto y la venta de obras patrimoniales. “Tenemos una ley que es de la década del 70. Hoy nuestra legislación no tipifica el delito de tráfico de bienes patrimoniales. Además, las multas y penas son muy bajas», aseguró el subsecretario de Patrimonio Cultural, Emilio Cerda.

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