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A 29 años de la caída del Muro de Berlín: la curiosa relación que existe entre Chile y su grafiti más famoso

Hay quienes dicen que la capital de Alemania en verano se parece a Valdivia por el clima, porque está rodeada de ríos y porque en todas partes venden cerveza y kuchen. También venden berlines, pero en vez de estar rellenos de crema pastelera o manjar, los preparan con mermelada.

Con 3,5 millones de habitantes, Berlín es la segunda capital más poblada de Europa y eso se nota en sus calles donde se escuchan regularmente palabras en turco, inglés, español, italiano, ruso, entre otros. Por eso, resulta curioso saber que hay una directa relación entre Chile y uno de los más importantes hitos de esta ciudad  y que va más allá del clima o la repostería.

Arte en el muro

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El Muro de Berlín, que dividió a la República Federal de Alemania (RFA) y la República Democrática de Alemania (RDA) se construyó en menos de 24 horas, entre la noche del 12 al 13 de agosto de 1961, pero tardó 28 años en caer y recién el 9 de noviembre de 1989 los berlineses de ambos lados pudieron abrazarse sin mostrar una visa.

Para evitar que esa parte de la historia caiga en el olvido, algunos de sus restos aún permanecen en pie y son visitados anualmente por cientos de turistas. Sin embargo, hay un sector que provoca especial interés para el común de los viajeros: se trata de East Side Galery.

Ubicado en la zona sureste de Berlín, este espacio artístico conserva 1,3 kilómetros de restos originales del Muro, en gran parte decorado con grafitis pintados originalmente en 1990.

Allí, entre un centenar de rayados se encuentra el  “Bruderkuss” o “Beso de la Hermandad”, hecho  por el ruso Dmitri Vladimirovich y que muestra un beso entre el ex presidente de la Unión Soviética (URSS), Leonidas Breznev, y el presidente de la RDA, Erich Honecker.

El artista basó su obra en el beso que se dieron ambos presidentes en 1979, para celebrar el aniversario número 30 de la RDA. Y aunque el acto original tenía una intención política y no homosexual, a modo irónico el graffitero escribió el mensaje “Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal”, que hoy puede leerse con esa connotación, pero también como una crítica a la directa dependencia que tuvo esa Alemania con la ex URSS. Lo que no sospechaba es que con este mural, iba también a involucrar a Chile.

Un vínculo cercano

Para entender cuál es esta relación hay que remontarse a la época en que el Muro estaba a punto de caer, en 1989.

En octubre, el presidente Erich Honecker dimitió a su cargo aduciendo problemas de salud y un mes después, se internó en el Hospital del Ejército Rojo en Postdam, Alemania. Para evitar ser enjuiciado se fue a la entonces URSS y allá, pidió refugio político en la embajada de Chile. ¿La razón? Aseguró que la RDA recibió a varios chilenos que fueron exiliados tras el Golpe de Estado de 1973.

Ese hecho provocó un incidente diplomático entre la naciente Alemania reunificada y Chile. Sin embargo, todo se superó en 1992 cuando Honecker salió de la embajada y fue extraditado a su país natal. Ahí enfrentó un juicio por su responsabilidad política por la muerte de 192 personas, quienes perdieron la vida intentando cruzar el Muro. Tras ello fue encarcelado pero unos meses después fue liberado a causa del cáncer terminal que padecía.

Ya en 1993, libre pero enfermo, viajó a Chile y se estableció en Santiago, donde lo esperaba su esposa, Margot Honecker, quien había llegado unos meses antes. Vivieron juntos hasta 1994, cuando el  cáncer le quitó la vida a él. A ella, esa misma enfermedad se la llevó en mayo de 2016. Los restos de Margot fueron enterrados en el Cementerio Parque del Recuerdo, mientras que los de Erich permanecen  en el Cementerio General de Recoleta. Su imagen, en tanto, se mantiene pintada en el grafiti más famoso del Muro de Berlín.

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Más de Chile en Berlín: la Biblioteca Pablo Neruda

Ubicada en Frankfurter Alle 14a, la Biblioteca Pablo Neruda hace sentir orgulloso a cualquier chileno.

Construida a fines de los sesenta en el número 34 de la misma avenida -que entonces se llamaba Stalinalle- primero fue bautizada como Biblioteca Pública de Friedrichshain, hasta que en 1974 se le nombró como el poeta que había fallecido meses antes.

Ubicada entre palacios y edificios que ostentan una atractiva arquitectura “gótica estalinista”, la biblioteca sufrió daños estructurales por el paso de los años y en 1989 fue cerrada al público. Sus puertas permanecieron así hasta 2012, cuando se trasladó hasta su ubicación actual, donde ofrece un catálogo de cerca de 100.000 libros, repartidos en sus cuatro pisos, todos con acceso gratuito a Wi-Fi.

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