Venus es un destino importante para futuros esfuerzos de exploración espacial. Sin embargo, presenta un conjunto único de desafíos. Aunque su geología interna es similar a la de la Tierra, su superficie es lo suficientemente caliente como para fundir el plomo y está cubierta de cráteres, volcanes, montañas y llanuras de lava.
La atmósfera de Venus es principalmente dióxido de carbono con gruesas nubes de ácido sulfúrico que cubren completamente todo el planeta. La atmósfera atrapa la pequeña cantidad de energía del sol que llega a la superficie junto con el calor que el planeta libera. Este efecto invernadero ha hecho de la superficie y la atmósfera inferior de Venus uno de los lugares más cálidos del sistema solar.
La atmósfera superior de Venus, con una presión, densidad, gravedad y protección de radiación similares a la de la superficie de la tierra, es relativamente benigna a 50 km. Un vehículo más ligero que el aire podría transportar una gran cantidad de instrumentos y sondas, o un vehículo de hábitat y ascenso para que una tripulación de dos astronautas pueda explorar Venus hasta por un mes. Tal misión requeriría menos tiempo para completarse que una misión tripulada en Marte.
Un estudio interno reciente de la NASA sobre un concepto operacional de alta altitud Venus (HAVOC) condujo al desarrollo de un programa evolutivo para la exploración de Venus, con un enfoque en la arquitectura de la misión y el concepto de vehículo para una misión tripulada de 30 días en la atmósfera de Venus.
Flotar en la atmósfera
Ante tales condiciones, el grupo de científicos a cargo de esta investigación ha comprobado que una de las mejores alternativas para hacer frente a este hecho es vivir entre las nubes del planeta, donde las temperaturas son de entre 20 y 30 grados. Lo mismo ocurre con respecto a la presión atmosférica, reduciéndose hasta tener una equivalencia similar a la que se encuentran en las zonas más altas de la Tierra. Otro factor muy importante a la hora de decantarse por este sistema ha sido la presencia de una capa de dióxido de carbono (en un 97 %) y nitrógeno (3 %) en la atmósfera, lo que permite que se pueda proteger de la radiación solar.
El plan es utilizar aeronaves que pueden permanecer en la atmósfera superior durante períodos prolongados de tiempo. La aeronave conceptual flotaría alrededor del planeta, siendo arrastrada por el viento. Podría, útilmente, llenarse con una mezcla de gases transpirables como oxígeno y nitrógeno, proporcionando flotabilidad . Esto es posible porque el aire respirable es menos denso que la atmósfera venusiana y, como resultado, sería un gas de elevación.
Los desafíos técnicos clave para la misión incluyen realizar las maniobras de aerocaptura en Venus y la Tierra, insertar e inflar la aeronave en Venus y proteger los paneles solares y la estructura del ácido sulfúrico en la atmósfera. Con los avances tecnológicos y un mayor refinamiento del concepto, las misiones a la atmósfera venusiana pueden expandir el futuro de la humanidad en el espacio.