La enfermedad de Noma es una patología gangrenosa agresiva orofacial que daña a tejidos duros y blandos de la boca y de la cara. A lo largo de los siglos ha estado presente en todo el planeta, aunque en la actualidad ha desaparecido prácticamente de los países desarrollados, afectando casi siempre a niños de los lugares más desfavorecidos, especialmente en el continente africano.
El noma es más prevalente a lo largo del «cinturón del noma» que se extiende desde Senegal hasta Etiopía, pero se han informado casos en otros lugares. La Organización Mundial de la Salud estima que 140,000 niños contraen noma cada año. Noma recibe su nombre de la palabra griega nomein, «devorar», y es una enfermedad bacteriana que mata a nueve de cada 10 pacientes.
La OMS calcula que 140.000 niños contraen el noma cada año. Si no reciben tratamiento antibiótico, el 90% de ellos muere, muchos ya sin nariz y con un agujero en la cara que deja a la vista su mandíbula. Los que sobreviven quedan desfigurados de por vida.
La devastadora infección está matando niños pobres en todo el mundo, sobre todo porque los científicos no conocen su origen, pero sí saben que las víctimas son niños que viven en la pobreza extrema y con sistemas inmunes debilitados. Noma es el rostro de la pobreza, en especial en África.
Sin tratamiento es letal en poco tiempo, y los pacientes que sobreviven presentan graves secuelas que dificultan su vida y sus relaciones interpersonales.
«El noma es una enfermedad desatendida, y los factores de riesgo actuales sugieren que los esfuerzos de intervención podrían ser más efectivos al enfocarse en el acceso a la atención médica, los beneficios de la lactancia y una dieta variada», dicen los investigadores. «Sin embargo, se necesita más investigación para comprender mejor la patogénesis de esta enfermedad con el fin de mejorar la prevención, la detección temprana y el tratamiento».
«Es una enfermedad. Pero en las aldeas, muchas personas culpan a los demonios o la brujería. Destierran a las personas que la padecen», dice Guy Varango, profesor de medicina de Costa de Marfil.
Las burlas e insultos dirigidos a las víctimas pueden tener devastadoras consecuencias sociales y psicológicas.