París ha instalado urinarios en las calles de la ciudad que respetan el medio ambiente, una iniciativa ecológica que ha desatado la polémica.
Los funcionarios dicen que los orinales son ecológicos: aprovecharán los nutrientes en los desechos para producir compost para parques y jardines. Según la declaración, un año de la orina de una persona contiene suficiente nitrógeno, fósforo y potasio para fertilizar 400 metros cuadrados de trigo.
Uno de los «urinoirs» de un color rojo vivo instalado en Ile Saint-Louis, no lejos de la catedral de Notre Dame y con vista a barcos de turistas que pasean por el río Sena, ha provocado una particular indignación. Los habitantes de París se han levantado en armas contra los nuevos urinarios que el Ayuntamiento está colocando en la capital. «Feos», «horrorosos» o «impúdicos» son algunos de los adjetivos que está recibiendo la nueva instalación.
Mais qu’est-ce que cette très ‘élégante’ nouvelle connerie parisienne ? pic.twitter.com/CgE9UHxjYn
— Laurence Parisot (@LaurenceParisot) August 5, 2018
Los urinarios son una caja, muy parecida a una papelera con apertura en el frente. Incluye una pantalla floral en la parte superior. La orina cae sobre arena y serrín y cuando el sensor notifica que el tanque está lleno, se vacía el serrín y se utiliza para transformarlo en abono de parques y jardines.
Por ahora, se han colocado cuatro: en el boulevard de Clichy, junto a la estación de Lyon, en la plaza Tino-Rossi y en la isla de Saint-Louis (distrito IV), y este último es el que más polémica ha generado. Se encuentra a 20 metros de un colegio, junto al precioso Hotel de Lauzun, donde el poeta Baudelaire vivió y escribió, y a la vista de todos los que pasean por la zona, incluso de los turistas que se montan en los ‘bateaux-mouches’ que surcan el río Sena.
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«No entiendo que se ponga algo así en un lugar tan bello como este, enfrente de un edificio tan bonito como el hotel. Con estas cosas París se ridiculiza», asegura la italiana Paola Pellizzari en declaraciones al diario ‘Le Parisien’. Pellizari cree, además, que un urinario situado tan cerca de una escuela «puede fomentar el exhibicionismo». «Es horrible. Nos dijeron que teníamos que aguantarnos, pero esto es absolutamente inaceptable. Está destruyendo el legado de la isla de Saint-Louis», se lamenta en el mismo periódico el propietario de una galería de arte de la zona que prefiere mantener el anonimato.
Por otro lado, el alcalde local, Ariel Weil, cree que estos dispositivos son necesarios. La autoridades de París han considerado necesario que se instalasen en lugares donde había exceso de orines en la calle, lo que supone un problema. «Si no hacemos nada, entonces los hombres van a orinar en las calles», dijo. «Si realmente molesta a la gente, encontraremos otra ubicación», matizó.
París no es la primera ciudad europea en instalar orinales al aire libre. Amsterdam los ha tenido durante años, y ciudades en Bélgica y Australia también los han probado.