Debe ser un sentimiento común en no pocas personas. Y no por nada hay incluso un juego de azar para decirle chao. Si se quiere tener un buen clima laboral, lo principal quizás es llevarse bien con el jefe, pero no siempre sucede así.
Sin embargo ¿es normal odiar al jefe? “Una de las cosas más complicadas en cualquier organización tiene que ver con las relaciones interpersonales”, aclara de entrada Isaías Sharon, director ejecutivo de Smart Coach, pero acto seguido plantea que si se está en esa situación, la persona debiera preguntarse “¿qué hace usted en ese trabajo?”.
Y claro, es normal no llevarse bien con un compañero, pero con quien manda es otra cosa. “Siempre es complejo tener problemas en la oficina, pero personalmente creo que es más grave cuando lo tenemos con la jefatura, sobre todo considerando que es nuestro jefe, quien evalúa nuestro desempeño”, expresa Macarena Salosny, directora de admisión de Human Performance Institute (HPI).
Ante esta situación asoman diferentes disyuntivas. Obviamente, hay ocasiones en que no es fácil optar por renunciar, por las responsabilidades personales que se cargan.
En ese sentido, Sharon indica que aquí hay una corresponsabilidad, por un lado la del trabajador “de construir esa relación y la jefatura claramente tener una mejor manera de comunicación, ser más efectivo, ser más asertivo, construir los espacios de confianza para que el otro pueda asistir y hablar ciertos temas”.
Otra opción que surge ante un problema así, es recurrir a un superior del jefe, pero eso puede resultar complicado porque tampoco es ideal quedar como “acusete”. “Es importante agotar las instancias en orden, por lo tanto, es importante hablar primero con el jefe directo para exponer la situación para tomar acuerdos y de no haber una modificación en su conducta elevar el tema con la gente de recursos humanos, ya que ellos son los encargados de desarrollar estrategias para mejorar el clima laboral”, indica Salosny.
Dos alternativas
Si opta por quedarse en su actual trabajo, ya sea porque no tiene otra alternativa o porque simplemente es una oportunidad que no quiere desaprovechar por llevarse mal con su superior, hay algunas cosas que puede hacer.
“Un primer paso es identificar qué es exactamente lo que me cae mal de la jefatura”, apunta Salosny, ya que hay que diferenciar en que “este problema se genere porque es un jefe exigente a que me caiga mal porque tiene una personalidad abusiva”.
En el primer caso, la experta dice que la persona puede desarrollar competencias para estar a la altura de las exigencias y así reducir la tensión y el estrés. Por el contrario, si se da el segundo escenario, “yo recomiendo cambiarse de trabajo, ya que lo importante es privilegiar la calidad de vida, porque siempre existirán más alternativas de trabajo”, concluye Salosny.