Estamos en días donde defender el fútbol como un espectáculo no es fácil en Chile, porque el líder del Campeonato Nacional es un equipo que hace lo justo y necesario para superar al rival -y a veces ni eso, pues se conforma con el empate, como en Quillota-, mientras que el único club criollo que sigue con vida en la Copa Libertadores fue a Colombia a buscar la igualdad sin asco. Y el hincha de ambos celebra, claro, pero también sabe que su “opinión del lunes” pasará del “grande Beñat” o “grande Tito” al “ratón” y el garabato que le acomode dependiendo de los resultados circunstanciales, por lo que hay que elevar un poco el debate, si no esto sería matemáticas.
Los partidos de la UC, salvo breves pasajes, pasan por anular al otro y armar muy de vez en cuando una “transición ofensiva” -concepto ultra utilizado en la NBA, por ejemplo, que algunos recién vienen a descubrir- para marcar la diferencia. Conseguida ésta, a cuidar el botín hasta el pitazo final, no importa cuánto tiempo quede.
A Colo Colo le servía el 0-0 inicial en Medellín, así que ni siquiera tuvo que apostar a salir de contragolpe y renunció por completo a atacar desde el minuto uno. Pelotazo fuerte para arriba buscando a Paredes y a esperar otra vez con nueve jugadores más el arquero -hasta Valdivia se puso el overol-, apelando al “como sea” que tanto daño nos ha hecho.
Ni hablar de la U, que en poco más de dos meses pasó de plantarse con personalidad en Brasil y obtener un triunfo esperanzador, a aguantar un 1-0 en contra en Ñuñoa ante el mismo oponente y terminar pagándolo caro. Justo castigo para un cuadro que entró a la cancha a jugar con el resultado que le alcanzaba en la cabeza.
Tras los pasos por nuestro país de Bielsa y Sampaoli, cuando nos golpeábamos el pecho porque salíamos a pararnos de igual a igual en todas partes y a imponer los términos propios, lo de hoy es un retroceso en todo sentido. Y no sólo se trata de los esquemas tácticos, sino principalmente de la actitud.
El miedo a perder está reapareciendo en gloria y majestad para desbancar al hambre de ganar. Está desempolvándose el manual del puntito afuera y los tres en casa para lograr el objetivo, el que por tantos años llenó de prejuicios a nuestros futbolistas y les creó un complejo de inferioridad.
Como dijo alguien por ahí, estamos volviendo a ser como antes.