Este viernes se conoció una dura carta del Papa: confirmaba que la «Misión especial» detectó serias irregularidades para investigar acusaciones de abusos sexuales de parte de miembros de la Iglesia chilena y además, que efectivamente hubo encubrimientos.
Una de las razones por las cuales se habría caído en estas malas prácticas, según señala el Pontífice, es que hay ciertos miembros que terminaron por ponerse ellos antes que la misión de la Iglesia, lo cual dañó terriblemente la fórmula en que comenzaron a tratarse las acusaciones.
Es en este contexto en que toman preponderancias unos correos electrónicos entre los cardenales Ricardo Ezzati y Francisco Javier Errázuriz en los que intentaban evitar que el testimonio de Juan Carlos Cruz, una de las víctimas de abusos sexuales de Fernando Karadima, terminara siendo escuchado por otras autoridades de la Iglesia católica a nivel internacional.
Correos electrónicos
Publicados originalmente en El Mostrador el 9 de septiembre de 2015, los correos mostraban una intensa gestión a nivel administrativo para evitar que Cruz denunciara a la curia nacional.
De esta manera, un correo enviado el 3 de abril de 2013, Ezzati le pedía a Errázuriz que «Esta mañana tuve una noticia que no me agradó para nada. Un periodista me ha informado que el señor Cruz ha sido invitado por la Conferencia Episcopal Anglicana a dar su testimonio sobre la experiencia de abuso sufrida del P. Karadima y de comportamiento de la Iglesia De Santiago en relación al mismo, en el encuentro que se llevará a cabo en Roma, en la última semana de mayo”, dice la misiva.
“Pido también su consejo para ver con quién intervenir en Roma para evitar que ello ocurra. Sabemos cuál es la intención del señor Cruz hacia usted y hacia la Iglesia de Santiago. Espero que podamos evitar que las mentiras encuentren espacio entre quienes formamos la misma Iglesia”, agregaba Ezzati.
Reacción
La respuesta de Errázuriz llegó el 21 de abril de 2013 y ahí el cardenal preguntaba qué países participarían del evento donde iba a exponer Cruz y luego ofrecía “dos caminos” que había que tomar de forma simultánea: uno escribirle al presidente de la conferencia episcopal para no invitarlo a él y, segundo, pedir a Roma que desestimaran la invitación a la víctima de Karadima.
“Es un sinsentido invitar a Carlos Cruz, que va a falsear la verdad, para que obtengan una buena información los obispos. Por lo demás, ¿cómo lo invitan a él y no invitan además a quien presente las cosas desde nuestro punto de vista?”, dice el cardenal Errázuriz.
También indica que contactaría al Cardenal Ouellet, quizás con copia al cardenal Bertone “que se preocupará del asunto por la buena relación que tiene contigo”. Agrega que también sería bueno copiar una carta al nuncio y luego se ofrece a redactar él un resumen de cómo sucedieron las cosas en el caso de Fernando Karadima.
“Yo podría preparar una relación breve sobre las etapas de la denuncia del señor Carlos Cruz la cual fue bien y prontamente atendida desde que la presentó formalmente. ¡Arriba los corazones! Lo leíamos ayer domingo: la serpiente no prevalece”.
Tras ello, también habría existo un intercambio de correos electrónicos en los que se cumplió, a través de insistencias a otras autoridades eclesiásticas, a que sacaran a Juan Carlos Cruz de la comisión para la tutela de menores.