Un joven de 19 años ha sido detenido acusado de violar y rociar con gasolina a una menor que lucha por su vida con quemaduras en el 70% de su cuerpo. Es la segunda agresión de este tipo que se registra en el estado indio de Jharkhand en menos de una semana.
Según recoge la prensa local, las autoridades han sancionado al encargado de la comisaría a la que acudieron los padres por su «actitud indiferente» al conocer lo sucedido, una escena que concuerda con los testimonios que suelen recoger las organizaciones de género, que han criticado en numerosas ocasiones la dejadez de la policía india ante este tipo de delitos, así como las trabas a las que se enfrentan quienes se atreven a denunciar.
Los dos crímenes ponen de manifiesto una vez más la situación de la mujer en el país asiático, en el que se registran 40.000 violaciones y unos 340.000 crímenes contra la mujer al año.
India se ha visto sacudida por una serie de agresiones sexuales desde 2012, cuando una estudiante fue violada y asesinada en un autobús en movimiento en Nueva Delhi. Ese ataque galvanizó a un país en el que la violencia generalizada contra la mujer era aceptada en voz baja desde hacía mucho tiempo.
Aunque el gobierno aprobó varias leyes que aumentaron a 20 años de prisión el castigo a los adultos por violación, es raro que pasen más de unas cuantas semanas sin que se denuncie otra agresión sexual brutal.
En respuesta a la indignación generalizada por las recientes violaciones y asesinatos de menores de edad, así como otros ataques contra niños, el gobierno indio aprobó el mes pasado la pena de muerte para las personas condenadas por violar a niños menores de 12 años.