Era la batalla donde todos querían estar. De imponerse, el Ejército Unido (argentinos y chilenos) sentenciarían la Independencia de Chile. Así que las tropas, desde generales o soldados, querían estar en los campos de Maipú aquel 5 de abril de 1818, cuando se sellaría la libertad del país.
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Las fuerzas chileno-argentinas, lideradas por el general José de San Martín estaban compuestas por tres divisiones, más una cuarta de refuerzo, liderada por Bernardo O’Higgins, quien se encontraba mal herido tras la derrota en Cancha Rayada. Y dentro de la división de refuerzo había una unidad que destacaba por sobre otras. Sus uniformes negros, sus calaveras marcaban una clara diferencia. Era los Húsares de la Muerte, liberados por Manuel Rodríguez.
El guerrillero venía de jugar un rol fundamental en la Independencia. Tras el desastare de Cancha Rayada y ante las informaciones de que el director supremo O’Higgins había fallecido o se encontraba gravemente herido, Rodríguez había evitado la estampida de la población de Santiago, aleonado a la gente con su ya eterno grito: “¡Aún queda Patria chilenos!”.
Eñ “Caudillo de la Reconquista”, en medio de la emergencia, asumió el cargo de director supremo interino y creó a los Húsares de la Muerte, con la gente que estaba dispuesta a dar la vida por defensa de la Independencia. El accionar de Rodríguez lo catapultó a ser el gran líder de Santiago y mantuvo el espíritu independentista en lo más alto.
Con este ambiente se encontró O’Higgins cuando herido arribó a la capital. El guerrillero entrega el poder al director supremo y le plantea usar a los Húsares de la Muerte para defender la capital.
Estuvieron o no
Amenazado por el carisma y cariño popular que desataba Rodríguez, O’Higgins tenia reparos frente al guerrillero y su grupo, así que desestima que permanezcan en Santiago y les ordena asistir al campo de batalla en Maipú, pero en la retaguardia.
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En algunas versiones historiográficas se señala que los Húsares desobedecieron al director supremo y permanecieron en la capital, pero con el tiempo se ha confirmado que el grupo de Rodríguez siguió las órdenes de O’Higgins y que incluso tuvo una participación activa en el decisivo combate, pese a que había sido relegado a la retaguardia.
En medio de la batalla, los Húsares de la Muerte desataron tu furia y entrega contra 700 realistas que trataban de escapar y rearmar fuerzas en el cerro Niebla. Esa fue la última carga de caballería de la Batalla de Maipú y también de Manuel Rodríguez y de los Húsares de la Muerte.