Ha sido un buen año para los partidos nacionalistas de la extrema derecha europea, que son especialmente fuertes en Europa central.
Y el Partido de la Libertad (FPÖ) austríaco es probablemente el que alcanzó el mayor éxito.
Al contrario que muchos otros nacionalistas condenados al ostracismo por partidos liberales o centristas, el FPÖ logró traducir su avance electoral en poder real, formando una coalición de gobierno con el conservador Partido Popular.
Pero en la vecina Alemania, el gran impacto de las elecciones de septiembre fue el auge de la ultranacionalista Alternativa por Alemania (AfD), que logró entrar en el Parlamento por primera vez, haciéndose con 94 escaños.
Mientras que en Holanda, otro Partido de la Libertad, el PVV de Geert Wilders, quedó en segundo lugar y en Francia, Marine Le Pen, la candidata del Frente Nacional alcanzó la segunda vuelta en la elección presidencial en la que fue derrotada por Emmanuel Macron.
Empujados por la migración
Aunque será el partido secundario en la nueva coalición de gobierno en Austria, el FPÖ se ha asegurado algunos puestos claves, incluidos los ministerios de Interior, Exteriores y Defensa.
Al contrario que la AfD en Alemania, el FPÖ no es nuevo en Austria: ha sido un actor político significativo durante años, pero recobró ímpetu durante la crisis migratoria europea de los años 2015 y 2016.