¿Tienes recuerdo de otras Carlas que hayan venido a pedir apoyo al Movilh? ¿Otros y otras hijos o hijas de?
– En 26 años son cientos y miles de casos. Respecto a la transexualidad nosotros tuvimos que ir aprendiendo como organización. cuando empezamos, yo no sabía nada de transexualidad. Cuando yo era joven, el título que se le ponía a ellos era el de travesti, a todos por igual. Pero tuvimos que aprender que su proceso era distinto, y más complejo y doloroso para los gay y las lesbianas.
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Han sido muchas las personas que han venido a pedir mi apoyo, y han habido casos de distinta naturaleza. Hay personas relacionadas con gente de alta connotación pública, senadores, ministros, que nos han pedido ayuda. Incluso los mismos políticos nos han pedido ayuda para apoyar o comprender a un hijo, un primo o un sobrino, respecto a su orientación sexual. Y de todo color político.
¿No va ligado a uno u otro sector?
– No. Nos han llegado solicitudes de apoyo tanto de gente de izquierda como de derecha. Estrena derecha incluso. Y eso nosotros lo hacemos de manera absolutamente privada, porque nosotros nos debemos a la población que estamos representando.
Aquí no hay sesgos, ni económicos, ni ideológicos, ni religiosos. Hay incluso pastores evangélicos que son homosexuales que han acudido a nosotros para consultar como hacer el proceso, incluso dentro de sus iglesias. La mayoría termina decretando, porque el fanatismo es demasiado violento y terminan muchos de ellos renunciando. Y terminan viviendo una doble vida. Con todas las consecuencias que eso trae en el ámbito emocional.
¿Consultan muy seguido?
– Cada vez que hay un caso como el de Carla. Hay un amuleto de consultas, de búsquedas de apoyo. Porque se enteraron, y no tenían conocimiento de lo que hacemos. Hay tanta ignorancia, tanto desconocimiento, tanto mito urbano. Tenemos una sociedad que no se informa, que no se educa.
Además, tenemos un sistema legislativo que no informa de las leyes que hay disponibles. ¡Cuánta gente trans se ha ido enterando gota a gota que hoy día el sistema público de salud permite la operación de reasignación sexual. Sí, hay una lista de espera. Pero la opción está. Lo mismo con el cambio de nombre y sexo registral.
Cuando ellos y ellas se enteran de que están estas opciones. Les cambia la vida del cielo a la tierra.
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Entonces, ¿Cualquier persona puede venir a buscar su apoyo, independiente del color político?
– Si. Un concejal de Santiago, que su hijo es homosexual, se apoya con nosotros. Y estaba aproblemado, no sabía como abordarlo. Tenía una muy buena relación con su hijo. Y vino para acá. Y por otro lado, me fui del Partido comunista porque me discriminaron por ser homosexual. Son las vueltas de la vida.
Rolando, en esa misma línea. Considerando que estamos en tiempo de elecciones. ¿Las puertas del Movilh están abiertas a quien sea que salga Presidente?
– Pero por supuesto. De hecho, como movimiento social dialogamos y trabajamos mucho durante el primer Gobierno de Sebastián Piñera. Y partimos con desconfianzas mutuas. Pero en el camino entendimos que había cierta voluntad del entorno más inmediato de Piñera y sacamos la Ley Antidriscriminación. No tal cuál como la queríamos nosotros, pero la avanzamos.
Se mandó el proyecto de ley de Unión Civil al Congreso, que después se terminó de tramitar en el gobierno de Michelle Bachelet. Hubo continuidad. Por ejemplo, en el Gobierno de Piñera también se trabajaron en las políticas públicas de salud para la población trans. Derogamos la normativa que impedía que los homosexuales donaran sangre, en el Gobierno de Piñera, con Mañalich.
Entonces, hemos tenido la virtud de hacer de este un tema transversal. Ya hay dos diputados de la UDI que se declararon a favor del matrimonio igualitario. Claro, son dos en 16, pero hemos logrado correr la cerca. Este no es un tema ideológico, no es temas de derecha e izquierdas.
¿De quién es entonces?
– Esta agenda se puso con mucho esfuerzo, con mucho trabajo y la puso el movimiento homosexual. Aquí no vino ningún partido ni el PC, ni el PS, ni el PPD a decirnos «oigan chiquillos, sabemos que la homofobia es un dato, cómo lo hacemos para amortiguarla». ¡Nunca! Todo lo que se ha avanzado, tiene que ver con propuestas y con la voluntad y la vocación.
Pero muchos políticos hablan de «ideología de género». ¿Cómo les afecta esto a ustedes?
– Falta consolidar el cambio cultural. Un cambio cultural es irreversible. ya empezamos y vamos a seguir. El cambio cultural lo ganamos.
Ahora queda consolidarlo con leyes que garanticen efectivamente que las personas puedan hacer uso de la igualdad ante la ley. Esto se trata de un derecho humano.
¿Cuáles son las tareas pendientes?
– La ley de matrimonio igualitario, la ley de identidad de genero, modificar la ley antidiscriminación y dotarla de músculo para que combata de verdad y prevenga la discriminación. Son tareas pendientes que esperamos que se solucionen en los próximos 5 años.
¿Cómo se ha logarado el avance para ya estar apuntando a esto en el futuro?
– Nunca nos cansaremos de agradecer la voluntad política de la Presidenta Bachelet, con quién en su primer Gobierno no avanzamos ni una coma. Pero que en su segundo Gobierno tomo consciencia y se puso a la cabeza. Porque si no hubiese sido por ella, el entorno más conservador de la coalición de partidos que la sustentan hubiesen dejado estos temas fuera de la agenda. Estos temas no eran preocupación de sus partidos.
Fue la Presidenta la que puso énfasis. Y cuando firmó el acuerdo de solución amistosa a tres años, le dio un status distinto al Movilh. Ahora, las solicitudes son un compromiso del Estado de Chile.
¿Se trabajará con cualquiera que se el próximo Gobierno?
– Las puertas del Movilh están abiertas para sea quien sea el que llegue a La Moneda. Somos el 10% de la población. Es un número no menor. Y éramos invisibles para las políticas públicas. Nosotros tenemos vocación de integridad. En el Movilh hay personas que militan en Evópoli, Amplitud, RN, la Udi, el PS, el Partido Comunista y otros.
Somos una organización que defiende derechos humanos y ese título puta que nos costó. Incluso las organizaciones tradicionales de derechos humanos nos decían «¿Qué tienen que ver los maricones con los derechos humanos?», el año 93-94. Ahí cosechamos el desprecio de las organizaciones de derechos humanos tradicionales.
Entonces, aquí no nos han regalado nada. ha sido sangre sudor y lágrimas. Y muchas víctimas en el camino.