El sábado pasado abrió la piscina Tupahue y ayer miércoles lo hizo también la Antilén. Con ello los santiaguinos ya tienen disponible los dos recintos acuáticos del Parque Metropolitano. Las entradas están a $6.000 y $7.500, respectivamente, o bien $3.500 a $4.000 cuando se trata de niños y personas de la tercera edad. Pese a que sus instalaciones son cómodas, una piscina propia lo es mucho más. Pero, ¿cuánto cuesta?
Robinson Leal, especialista en la instalación de albercas, advierte primero hay que evaluar es si se está dispuesto a realizar una excavación en el patio. En ese caso, el técnico de Piscinas Aquiles explica que la más pequeña del mercado tiene dimensiones de 2×2 metros con 0,40 cm de altura. Con una capacidad de 1,6 metros cúbicos de agua, la instalación básica llega a $1.650.000 sin iva.
«Son piscinas generalmente para niños, que acompañan a una más grande», sostiene, aunque no descarta que una así sirva para capear el calor.
En tamaño le sigue una de 3,70×2,60, con 0,80 cm de alto, «que es de tipo jacuzzi», precisa. Con capacidad de 8 metros cúbicos, la instalación en su empresa cuesta $3.145.000 sin iva.
¿Alternativas?
Aquellos que no pueden pagar una, también tienen alternativas más baratas: las desarmables. En el mercado hay de tipo inflable, cuyos tamaños son muy reducidos, y estructurales, con dimensiones que inician en los 2×3 metros y con 60 cm de altura. Estas últimas cuestan en promedio $50 mil, gran ventaja en comparación a las fijas.
Ahora, ese gasto no es el único pues hay que llenarlas. Según la tarifa publicada por Aguas Andinas -y que son válidas desde el pasado 6 de julio- el costo por metro cúbico en horario normal varía desde los $206,81 a $354,88. Si se considera el precio más caro, llenar una piscina de 2×3 metros con capacidad de 3,3 metros cúbicos equivale a $1.170 sin considerar otras variables, como el cargo fijo o el costo por sobreconsumo.
¿Cada cuánto llenarla? «Eso depende mucho de cuántas personas la usen: no da lo mismo si se bañan dos niños o cinco», explica Jorge Flores, director del Departamento de Educación Física de la asociación YMCA de Santiago, que se encarga de todos los programas acuáticos de esta organización.
Pese a que la vieja costumbre indica que el agua se cambia cada semana, Flores aclara que esto ya no es necesario. «Hay unos filtros que se venden y que permiten mantener el agua limpia, sin tener que vaciarla». Y asegura que esto aplica tanto para las piscinas fijas como las desarmables.
Seguridad
Para Flores, cualquiera sea la piscina elegida, lo principal es la seguridad. «Hay que poner reglas, aunque sea en una piscina desarmable», aclara.
Y su consejo es respaldado por Omar Jerez, director de la carrera de Prevención de Riesgos del Instituto Profesional Santo Tomás. «Siempre debe haber un adulto supervisando todo, porque hay piscinas desarmables que son bastante amplias, que incluso pueden llegar a los 10 mil litros cúbicos».
Afirma que el principal riesgo, además de ahogarse, es la tentación de lanzarse de «piquero». Para evitarlo, recomienda enseñarle a los usuarios a no hacerlo. Asimismo, recalca que nunca está demás instalar una alfombra de plumavit y lo ideal es que sea de 6 centímetros. «No va a evitar un golpe, pero sí va a disminuir el impacto», declara.
En el caso de las piscinas fijas, señala que es indispensable «instalar barreras de al menos un metro y medio, además de tener una superficie antideslizantes en el contorno».
Por último, ante un accidente, aconseja «tomar los signos vitales y comprobar si la persona está respirando». Lo importante es llamar a la ambulancia tan pronto sea posible.