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Mauricio Weibel: “Hablamos de 276 menores de edad muertos en Dictadura, una cosa brutal”

El periodista presentó el libro “Los Niños de la Rebelión”.

(Jonaz Gomez/Jonaz Gomez)

Fue durante casi un año que Mauricio Weibel se dedicó a revisar más de 50 mil páginas de documentos secretos de la Dictadura Militar. Una ardua labor que califica como difícil de repetir, aunque esta vez lo lograra por algo más que simple interés periodístico.

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«Los Niños de la Rebelión» no es una apuesta cualquiera para el periodista, más bien una historia de la que fue parte. El libro trata en profundidad sobre el movimiento estudiantil secundario de los 80, forjado por niños y adolescentes que se negaban a ser formados bajo el alero totalitario de Pinochet y las reformas neoliberales impuestas a lo largo de aquella década. Una historia de ideales, amores y coraje, narrada en 210 páginas y que motivó esta conversación con Publimetro.

«Fue un periodo muy duro para el movimiento estudiantil. Hablamos de 276 menores de edad asesinados en Dictadura, sólo en el Liceo de Aplicación murieron 13. Una cosa brutal».

En el libro das cuenta de un rol muy activo de la Central Nacional de Informaciones (CNI) en la construcción del sistema educacional. ¿De qué se trató?

-Antes de revisar los archivos, tenía la visión que la CNI era un órgano represivo que asesinaba, torturaba y perseguía. Pero fue un rol mucho más político. Produjo libros, asesoró el desarrollo de las políticas públicas y entre eso estuvo muy cerca en la implementación de la municipalización. Por ejemplo, los primeros 15 colegios que se municipalizan se definen a sugerencia de la CNI. A Pinochet no le gustaba la municipalización porque implicaba perder el control de la seguridad de los colegios. Entonces la CNI se preocupa que los directores sean formados en guerra, enemigos internos, etc. También en que no se contratara ningún profesor que tuviera antecedentes políticos. Las reformas no fueron técnicas, sino reformas político represivas que tenían por objetivo negar la existencia de otro orden. Entonces, la lucha de los secundarios fue tratar de construir espacios de democracia, por eso era tan importante tener Centro de Alumnos. ¿Por qué los militares se van a dedicar a espiar, seguir, detener, torturar y matar niños? Porque ellos estaban abriendo una grieta en un régimen totalitario.

¿Cree que la memoria de este país ha ignorado a aquellos niños y adolescentes que murieron durante el periodo?

-Efectivamente es un hecho que no tocamos. Es una generación de niños que se levantan contra el régimen más brutal de la historia de Chile. Siendo niños ven morir a muchos amigos y compañeros, varios son torturados. Luego el mundo en que creían se derrumba. Los líderes que observaban se convierten en lobistas y los ven abrazarse con los «enemigos». Es como esa generación perdida de los 80, que le pasa el mundo por encima, se les caen los muros, se les mueren los amigos. Les toca particularmente rudo. Esos chicos construyen una historia que se centra en dos valores: decencia y coraje. Y lo siguiente es una historia de amor. El amor colectivo.

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¿Un amor por el que fueron capaces de dar la vida? 

-Hasta las últimas consecuencias. Un amor en que arriesgan la vida. Miro hacia atrás y veo a algunos chicos que a esa edad se enfrentaban a Carabineros que mataban, a la Central Nacional de Informaciones (CNI) y que deciden infiltrar a la Fuerzas Armadas. No deja de ser una hazaña brutal, además del grado de irresponsabilidad que recae en los dirigentes adultos. Mandaron a chicos de 15 años a infiltrarse en las Fuerzas Armadas. Por más que sea otro contexto, en eso hay una tremenda irresponsabilidad.

Entre algunas de las historias que se encuentran en el libro, la del entonces dirigente de la Federación de Estudiantes Secundarios (Feses), Juan Alfaro tiene un espacio importante…

-Juan Alfaro fue uno de los grandes dirigentes estudiantiles de la época. Fue el primer presidente de la Feses, un tipo muy querido y humilde. Venía de una población en Pudahuel, en la Cañada Norte. El toma la decisión de luchar e involucrarse en este movimiento, pese a que en un principio era lejano porque era de la población. Fue dirigente estudiantil, tuvo que arrancar fuera de Chile y estar escondido a los 15 años. Hace un discurso frente a Fidel Castro, entra al Frente Patriótico Manuel Rodríguez, cae preso y es torturado. Es un tipo al que le tocó de todo en la vida. No está en el libro, pero me dijo: ‘creo que vivimos más que un adulto antes de los 15’.

Menciona actuales miembros de la derecha que tuvieron un rol importante en aquella época, pese a la edad que tenían. Los describe como antagonistas de esta generación de «niños rebeldes» sobre quienes trata el libro… 

-Allí hay un sector de la derecha que se siente avergonzada de su pasado, consciente o inconsciente. No fueron a  despedir con honores a su líder. Todos dicen que no sabían, aunque es mentira, sí sabían. Hay un tema que es importante mirar con tiempo y calma. A estos chicos les pasan miles de cosas y son derrotados en el corto plazo, pero logran una victoria épica y de largo alcance.

¿Cuál cree es el rol que cumplieron estos niños en la lucha por la Democracia?

-No sé si el de ellos en particular. Pero sí el de los movimientos sociales en general. La democracia retorna no por las elecciones, sino porque la dictadura se ve obligada a respetar el triunfo del No, dado que está social y políticamente derrotada. Esa derrota la construyen los movimientos sociales. No fue derrotada de una forma completa, pero creo que fue derrotada en la memoria. Eso va a tener efectos en el largo plazo. Difiero de aquellos que creen que fue una derrota. Cuando ves que a la gente le siguen conmoviendo estas historias y los signos culturales siguen convocando, uno cree que es una victoria. Por eso es muy bueno contar estas historias.

 

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