Gülümser era una pequeña gatita que paseaba por las calles de Estambul en Turquía y que no recibía la atención de nadie. Le faltaba una oreja, estaba desnutrida y poco aseada.
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Debido a su mal aspecto, ninguna persona se preocupaba de ella y cuando aparecieron fotografías, la tildaron como «la gata más fea del mundo».
Sin embargo, una niña de 7 años pensó que la felina podía tener una mejor vida, así que a diferencia de otras personas decidió adoptarla. Le pidió a sus padres que la llevaran al veterinario y que la dejaran tenerla en casa. Ellos accedieron y ahora el animal se ve absolutamente distinto.
Fue operada de su rostro, fue alimentada como se debía y recibió lo más importante de todo: mucho amor. Y el cambio fue drástico, según consigna el Daily Mail.
De esta forma, ahora Gülümser le hace honor al significado de su nombre: «la que siempre sonríe».