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El otro lado de Violeta: Una mujer adelantada a sus tiempos

Este año se cumplen 100 años del natalicio de Violeta Parra. Y ad portas de esta fecha, una de sus biografías más completas aborda su vida más allá de sus obras, relatando su personalidad de mujer fuerte.

Mucho se ha escrito de Violeta Parra. La cantautora, pintora, escultora, bordadora y ceramista, es considerada una de las principales folcloristas en América y es una de las principales representantes de la música popular chilena.

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Violeta, nuestra Violeta, llevó el nombre de nuestro país a las galerías de arte más reconocidas del mundo. ¿Alguna vez nos hemos preguntado lo difícil que fue para ella ser artista, mujer y madre en los comienzos del siglo XX?

Más allá de su gran legado artístico, Violeta fue una mujer independiente y fuerte.
100 años de Violeta
Para su hijo Ángel, este fue el mejor libro sobre su madre.

Este año se cumplen 100 de su natalicio y, en su nombre, se han realizado una serie de eventos y celebraciones. Pero más allá de su gran obra, Violeta fue una mujer adelantada a su época. 

Sobre ella se han escrito varios libros, pero el único que ha sido reconocido por su hijo Ángel Parra como «el mejor libro que yo he leído sobre mi madre», fue «La vida intranquila: biografía esencial de Violeta Parra», escrita por Fernando Sáez. Esta biografía publicada en 1999, volvió este año en una nueva edición de Planeta por el centenario.

La cruda infancia

Proveniente de una familia muy pobre, los hermanos Parra no recuerdan una niñez feliz. «Fue muy perra la infancia de nosotros, poca alegría, éramos muy pobres. Vendí diarios, lustré, vendí piñones, la Violeta cantaba…», recuerda Roberto Parra. «Vivíamos en una sola pieza. Mi niñez transcurrió a pie pelado, jugando con los niños de la población en los basurales y el barro», agrega. Para Roberto, esto fue en parte lo que los impulsó a expresarse a través del arte.

«De ahí nace todo el dolor, toda la protesta de mi poesía», dice también Nicanor. Y esto sin duda, también fue fuente de inspiración para su hermana Violeta.

Reconstruyendo su personalidad

Mujer adelantada a sus tiempos, pese a haber contraído matrimonio con Luis Cereceda en 1938, ella puso como condición «seguir con lo suyo, continuar cantando con sus hermanos».

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Violeta no fue una esposa «convencional» para la época. Defendió su derecho a seguir trabajando en su arte.

La artista acudía a trabajar acompaña de sus hijos, desde que eran muy pequeños.

El autor señala que esto provocó las primeras peleas matrimoniales, ya que Luis esperaba «sentir el orgullo del marido en la costumbre arraigada de la mujer en la casa y el hombre en el trabajo». Esto no dio para más, y terminaron separados. El texto continúa con un relato cercano y amigable, que permite ver e imaginar la vida de Violeta.

Escribiendo constantemente «esa poesía que simplemente le brotaba de la piel» y asistiendo a bares y otros lugares para cantar, ya fuese sola o acompañada, Violeta fue entregando su arte al mundo.

Mujer, madre y artista

Un gran tema de hoy es «la mujer trabajadora y su rol de madre». Pues ya en las décadas de los 40 y 50, Violeta volvía a demostrar que para ella, la maternidad no era ningún impedimento y era completamente compatible con su arte. «Los embarazos el parto, la maternidad, resultaban para ella algo natural, propio de la vida corriente y cotidiana. Sin que nada de ello impidiera ni postergara su trabajo», se explica en las líneas de su biografía.

Constantemente, Violeta iba a sus presentaciones artísticas acompañada de sus hijos, cuando éstos recién comenzaban a caminar.

«Sus hijos eran parte de ella, en un sentido muy literal. Isabel, Ángel y luego Carmen Luisa la acompañaban en su trabajo, participaban de sus proyectos y apenas caminaban cuando ya tomaban la guitarra, para bailar y cantar«, continúa el relato. Esto sin duda marcaría a sus hijos, quienes siguieron con el amor al arte, transmitiéndolo incluso a los nietos de la artista. Y hoy, se reconoce a la familia Parra en su totalidad, como representantes de un gran legado artístico.

Dolor de madre
A pesar de la muerte de su hija, Violeta no volvió inmediatamente a Chile.

Rosita Clara fue la cuarta hija de Violeta y su hija menor. La artista sufriría el dolor de perderla con tan sólo dos años de edad. Nacida en 1954 y fallecida en 1956, la pequeña se enfermó gravemente mientras Violeta estaba de viaje.

La artista se encontraba en la Unión Soviética cuando recibió carta de Isabel, su hija mayor, comunicando la muerte de Rosita Clara. «La niña habría sufrido una crísis de bronconeumonía, y no habría alcanzado a llegar al hospital». La lejanía aumentó el dolor y remordimiento de Violeta, pero aún así no volvió inmediatamente a Chile.

A pesar del dolor de haber perdido a su hijita, Violeta decidió no regresar a Chile de inmediato: «resultaba inútil ante esa dolorosa realidad».

«Cualquier reacción, volver a Chile, abandonar todos los planes, interrumpir el viaje, resultaba inútil ante esa dolorosa realidad», relata el autor de la biografía de Violeta. La muerte de su hija marcaría en la artista un nuevo giro en su estilo de música. «Encontré esta música en el color del mar (…) en el color del mar ese día y en la muerte de mi hija Rosa Clara», señaló Violeta en una entrevista para revista Eva.

La vida de Violeta acabó en sus propias manos. Tras algunos intentos fallidos, se suicidó a los 49 años en su carpa de La Reina a las 17:40 del 5 de febrero de 1967. Para muchos «Gracias a la vida», escrita un año antes, fue la canción de despedida de esta tremenda mujer.

 

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