No es mediático, nunca lo fue. Jamás le sobraron las luces y los micrófonos. Cuando llegó la hora del adiós, se retiró en silencio y no le reprochó nada a nadie. Por naturaleza, buscó hacer vida como director técnico Unión Temuco e Iberia, pero por razones que explica más adelante, su carrera se truncó. El tiempo pasó, nadie lo llamó, y cansado de no hacer nada, postuló a un trabajo como cualquier persona. Así es como Cristián Mora, un histórico en la Universidad de Chile de los 90, llegó a trabajar al área administrativa en Redbus, una de las empresas concesionarias del Transantiago.
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«Mi boca me ha traicionado, pero prefiero ser frontal. No soy de un doble discurso. Yo saco mis conclusiones y creo que eso me tiene afuera hoy día ¿por qué? porque soy el conflictivo, porque soy el que no le gusta nada”, reconoce de entrada.
¿Fue muy brusco alejarte del fútbol y comenzar a trabajar en una oficina?
«Absolutamente. Fue muy brusco. Pero para mi fue una oportunidad. Entre no estar haciendo nada y una oportunidad que te ofrecen, la verdad es que no lo pensé dos veces. Yo no podía estar esperando ocho meses o un año para que te llamen y contraten. A la familia hay que darle explicaciones no con bonitas palabras, sino que con plata. Y como no soy duro de cabeza, aprendí rápidamente. El trabajo dignifica y hay que hacerlo con la mejor predisposición. Estoy feliz y estoy dónde quiero estar”.
Tampoco estás tan lejos del fútbol, hoy estás a cargo de Provincial Talagante…
«Así es. Después del trabajo me pongo el buzo y dirijo un proyecto que es súper bonito. Es un lindo desafío, vamos a ver qué pasa. Es un equipo de transición, y la captación no es fácil, todos quieren ganar 500 lucas y la realidad es otra. Lo tomé porque soy un poco kamikaze, me gustan los desafíos. Es un proceso largo y ojalá resulte, porque son niños que trabajan y llegan fusilados a entrenar, pero hay un gran compromiso».
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¿Cuál es el repaso que haces de tu carrera como director técnico?
«Fueron muy buenas. Primero, Marcelo (Salas) me llama para salvar un equipo que estaba penúltimo logramos el objetivo y después cuando quisimos un trabajo más largo, duramos cinco meses. Volví a la U, como jefe de captación ahí estuve tres meses hasta que me llama Ronald (Fuentes) a Iberia, logramos el ascenso a la B. Luego él se va la Universidad de Concepción y yo me quedo a cargo. Fue una buena campaña, pero nadie la recuerda. Después ellos me hacen una oferta, no llegamos a acuerdo y yo privilegié estar con mi familia.
Te fuiste a un juicio laboral con Marcelo Salas por lo de Unión Temuco ¿Fue muy duro vivir esa experiencia?
«No sé si fue por un capricho, pero los resultados no eran malos. Pero ya fue, es cosa del pasado. Hay cosas que necesito cerrar, tengo pendiente una conversación con Marcelo para cerrar el círculo, llegará el momento, no sé, si se da bien, sino no más. Yo no soy un tipo resentido, no vivo del pasado, pero me gusta tener buenas relaciones con las personas».
«En la U había un 99.9% de que pagaran el sueldo y un 0.1% que no, y ganaba ese 0.1%»
Si hubo alguien que en la década de los 90 fue un verdadero todocampista, ese fue Cristián Mora. Jugó de todo lo que fuese necesario por aportar un granito de arena a su amada Universidad de Chile. «En la definición del 95′ se lesiona Miguel (Ponce) y me piden jugar de lateral izquierdo. Yo feliz, hubiese jugado de arquero si era necesario. Yo siempre quería jugar», confiesa.
¿Cuál es la experiencia y el relato de un jugador que prácticamente las vivió todas en la U?
«Mira, yo siempre quise ser jugador profesional, pero jamás de la forma en que se dio. Cuando llegué a la U me sentí el tipo más pagado. Imagínate, entrenar con el Chico Hoffens, con el Pato Reyes, con Héctor Díaz que era mi referente. Yo estuve en una etapa muy rica, muy evolutiva y donde habían jugadores que uno veía desde chico. Ese tiempo la U, en cuanto a lo económico, no era lo que es hoy día, pero había una pasión que muchos aprendimos. Esa mística que tiene la U fue por lo mismo, de aprender de gente muy aguerrida. De esos días cuando íbamos a cobrar al banco y había un 99,9% de que pagaran y un 0,1% de que no, y ganaba ese 0,1 y había que llegar a la casa a dar explicaciones. Esas cosas te fueron fortaleciendo y se las traspasamos a los chicos que venían de abajo a Rodrigo (Goldberg), Marcelo Jara, (Marcelo) Salas. Me marcó como historia de vida. Aprendí que en las malas uno tiene que saber sobrevivir y las buenas disfrutarlas».
Pero nunca te despediste ¿Sientes que es una deuda pendiente?
«¡Nooo!, soy lo menos resentido que hay. No hablo de lo que pudo haber sido, yo nunca me he quejado y nunca me postulé. Siempre estaré agradecido de los hinchas que alentaban en las buenas y en las malas. Nunca van a ver quejándome de una despedida, yo llegué piolita y me fui piolita».
¿En lo personal, cuál es la mejor campaña que tuviste en la U?
«Todas. Pero si hay una, por suspenso, es la del ’94, luego por la convicción los títulos del ’99 y 2000 fueron muy lindos. La verdad es que no era titular, pero siempre estuve. La polifuncionalidad era bien valorada por todos, pero a la hora de los partidos importantes yo no era el requerido, no era necesario, pero siempre tuve la mejor disposición. Y por desarrollo mi mejor año fue el ’96 con (Miguel Ángel) Russo. Logré un desarrollo completo, jugué muchos partidos, jugamos Copa Libertadores y llegué a la selección. Todo el sueño que un jugador quiere cumplir, en todo sentido. Yo puedo decir que mi sueño se cumplió.
¿Y la selección?
«Miguel Ángel (Russo) nos dice, ojo hay sorpresas en la nómina, yo jamás lo imaginé y la verdad es que fue maravilloso. Para mi fue un año muy lindo y un premio doble. Estaba en Copa Libertadores y selección, fue hermoso. Estoy seguro que con la tecnología de hoy, muchos de nosotros hubiésemos llegado al extranjero».
¿Qué técnico marcó tu carrera?
Don Arturo (Salah), porque te marca en todo sentido. Yo era un tipo que nunca dejaba de pegar, nunca fui virtuoso, y él me dijo que si seguía así iba a ser un jugador más del montón. Que venga alguien y te diga eso, se agradece. También me marca Manuel Pellegrini. Él fue mi primer técnico y te hacía sentir importante. Yo estudiaba y viajaba todos los días desde Peñaflor y él me daba todas las facilidades. Me molesta que hoy en día a Manuel no le reconozcan como se merece. Para llegar al nivel que está, lo estamos mirando por muy debajo del hombro. Y el otro es Miguel Ángel Russo, porque me dio confianza y con él jugué muchos partidos, me dio continuidad y me destapé de la búrbuja de la polifuncionalidad».
¿Y tu relación con el Doctor Orozco?
«Siempre me llevé bien. Nunca tuve un problema con él y los que tuvimos se resolvieron de buena manera. Recuerdo que para el paro del ’97 yo era el representante de la U, y nosotros sin ningún problema económico respaldamos la decisión. Después me llama el doctor y me dice «ojo con las consecuencias Cristián». Claro, él sabía de esto en su época universitaria y sé que si hubiese estado otra persona, me corta las patas por sindicalista».
¿Es verdad que estuviste cerca de ir a Colo Colo?
«Mira, estábamos con la selección, en Argentina el año ’96. Yo no me vestí porque quedé libre, y de repente se me acerca Jorge Vergara, presidente de Colo Colo y me dice: «Morita, ¿queris arreglar mañana?» Al otro día estaba en la habitación y me llama el doctor a la pieza y me dice «Cristián no nos podis traicionar» y yo le dije ¿pero de qué me está hablando? Claro, la noticia había saido en Las Últimas Noticias. A la vuelta conversamos y en dos días arreglé mi contrato. De esa gente digan lo que digan a mi me hicieron un favor».
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