Opinión

¿Todo por el rating?

  1. Profesora

La dignidad humana es el valor intrínseco que poseen todas las personas por el simple hecho de pertenecer a la especie humana, sin importar su raza, credo, ideología, origen social o sexo. La dignidad humana es el fundamento del respeto a la vida y a los derechos humanos y por eso su vigencia no reconoce fronteras geográficas ni está sujeta a condiciones ni circunstancias de ninguna especie.

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Decir que debemos respetar a todas las personas puede parecer algo muy obvio, sin embargo recordemos que, hasta hace poco más de 50 años, en EEUU las personas eran segregadas legalmente en las escuelas y lugares pú­blicos por su color de piel. Recién en 1964 la Ley de Derechos Civiles prohibió la discriminación racial contra quienes, un siglo antes, se encontraban sometidos a la esclavitud.

En Chile, el respeto por igual a las personas también fue afianzándose con el transcurso del tiempo. En el pasado, las mujeres no podíamos votar en las elecciones populares. Recién en 1934 se nos reconoció el derecho a voto en las elecciones municipales y en 1949 en las presidenciales y parlamentarias.

Desgraciadamente, aún queda mucho por avanzar en materia de respeto a la dignidad humana. Por ejemplo, de acuerdo al Reporte Mundial de Libertad Religiosa 2016, actualmente el credo que sufre más persecuciones es el cristiano. Basta con recordar las atrocidades cometidas por Boko Haram en Nigeria, Al Shabaab en Kenya o los talibanes en Afganistán para darnos cuenta que aunque estamos en el siglo XXI en muchos países todavía se tortura y mata por motivos religiosos, porque no se tolera que otros piensen o crean de manera diferente, es decir, porque se rechaza la diversidad.

En materia de respeto a la diversidad sexual, aun se penalizan las relaciones entre personas del mismo sexo en 72 países, tal como lo hizo Chile hasta 1999. Por eso fue tan relevante que el Gobierno anterior pusiera en el debate la posibilidad de que las parejas de un mismo sexo pudieran lograr un Acuerdo de Vida en Común o que, con motivo del Día Internacional contra la Homofobia, se izara la bandera de la diversidad en los municipios de Santiago, Providencia y Las Condes, al igual que otras 30 comunas y reparticiones públicas.

Este tipo de actos públicos no sólo tienen valor simbólico sino también cultural y educativo porque refuerzan la necesidad que tenemos como comunidad nacional de convivir en paz sobre la base del respeto recíproco y del reconocimiento y valoración de que, aunque somos esencialmente iguales en dignidad, tenemos diferentes formas de pensar, creer, amar y vivir.
Los poderes del Estado, las organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación social tienen una enorme responsabilidad e influencia en la formación de una ciudadanía que valore el pluralismo y la rica diversidad social y cultural de Chile. Por eso, es un grave retroceso que, por ejemplo, todavía persistan en nuestro país programas de TV dispuestos a ofender personas por ganar rating o audiencia, como ocurrió con el caso de Cecilia Pérez respecto del programa “Vértigo” y también con otras personas en otros canales.

Si educamos a nuestros hijos enseñándoles que el bullying (que es un drama en muchas escuelas y liceos de Chile y el mundo) es malo porque burlarse con o sin razón de una persona, sea por su físico, sus ideas, su credo, su raza o su sexualidad es una agresión a su dignidad humana, ¿por qué aceptamos esta misma conducta en un programa de TV? ¿Alguien cree que seremos un país más inclusivo y tolerante aplaudiendo a quienes se ganan la vida escarneciendo a sus semejantes?

Creo que esto nos debe llamar a que como sociedad pensemos el tipo de país que queremos construir, y el tipo de ejemplo que autoridades, líderes de opinión, medios de comunicación, padres y adultos en general damos a nuestros niños y jóvenes respecto del valor del respeto a la dignidad humana. Porque el rating no lo es todo.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

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