Esposada y con chaleco antibalas fue trasladada hacia los tribunales argentinos la monja japonesa Kosaka Kumiko, acusada de encubrir a los sacerdotes que, durante años, abusaron sexualmente de los niños sordos que tenían a su cuidado en el Instituto Provolo de Mendoza, en Argentina.
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“Soy inocente. No sabía de los abusos. Soy una persona buena que he entregado mi vida a Dios”, aseguró la monja en su declaración testimonial, pero ara la Justicia argentina existen pruebas suficientes que comprometen a la religiosa con estos delitos. Razón por la cual fue rechazado el pedido de prisión domiciliaria que interpuso su defensa.
El suceso ha salido a la luz tras varios testimonios de menores sordos víctimas de las violaciones que propiciaba la religiosa, mismos niños que ahora han sido los «verdugos judiciales» de la monja: en marzo pasado, una adolescente contó que, cuando tenía sólo cinco años, Kumiko le colocó un pañal para disimular el sangrado que le producía la violación sistemática a la que la sometían varios sacerdotes de la orden.
La mujer tenía también la misión de seleccionar a los niños más “sumisos” y entregarlos como presas a los curas. Kumiko llegó al colegio en 2007 desde Japón, y durante seis años fue “el demonio con cara de mujer” detrás de las violaciones, como la llamó uno de los abogados de las víctimas.
El abogado defensor de las víctimas, Sergio Salinas, de la ONG Xumek, explicó que este no es el único caso denunciado, otra víctima relató que la monja la mandaba a la habitación del cura Horacio Corbacho (también detenido) y terminaba siempre siendo abusada. Otros testimonios aseguran que la religiosa participó en más de una ocasión en tocamientos a niñas, además de pedirles que se tocaran entre ellas y les obligaba a ver pornografía junto al celador Jorge Bordón (otro detenido) en un televisor”.
Salinas comentó que la monja negó los hechos ante la Justicia mendocina, pero no aportó pruebas, por lo que deberá ser sometida a pericias psicológicas por tratarse de delitos sexuales.
Además de la monja, hay cinco hombres detenidos, dos curas y tres empleados (el celador, el monaguillo y el jardinero). De los sacerdotes, el de mayor poder en la institución, el italiano Nicolás Corradi (82), arrastra denuncias de abuso sexual a niños desde 1984, en Verona, Italia. Fue trasladado a Argentina para encubrir sus actos aberrantes.