Tras un 2016 con temperaturas récord en el que la banquisa ártica siguió menguando y el nivel del mar siguió subiendo, Naciones Unidas advirtió este martes que los fenómenos climáticos extremos seguirán en 2017.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM), una agencia especializada de la ONU, publicó su informe anual sobre el estado mundial del clima coincidiendo con la jornada meteorológica mundial que se celebra el 23 de marzo.
«El informe confirma que 2016 fue el año más caliente jamás registrado. El aumento de la temperatura en relación a la época preindustrial alcanzó 1,1°C, es decir 0,06°C más que el récord anterior de 2015», dijo el secretario general de la OMM, Petteri Taalas, en un comunicado.
Según la OMM, los fenómenos llamados extremos no sólo seguirán en 2017 sino que los estudios recientes «dan a pensar que el calentamiento de los océanos podría ser más pronunciado de lo que se creía».
Los datos provisionales de los que dispone la ONU revelan que no se ha frenado el ritmo de crecimiento de la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera.
«Después de que el potente [fenómeno climático] El Niño de 2016 se disipara, hoy asistimos a otras alteraciones en el mundo que no logramos dilucidar, estamos al límite de nuestros conocimientos científicos sobre el clima», dijo por su parte el director del programa mundial de investigación sobre el clima, David Carlson.
El fenómeno El Niño, que se produce cada cuatro o cinco años con intensidad variable, ha provocado un aumento de la temperatura del Pacífico, desencadenando a su vez sequías y precipitaciones superiores a la media.
En general este fenómeno llega a su punto máximo a finales del año, cercano a las fechas de Navidad, de ahí su nombre, una referencia al niño Jesús.
Por otra parte el Ártico ha vivido al menos tres veces este invierno el equivalente polar de una ola de calor, según la OMM, que subraya que algunos días la temperatura era cercana al deshielo.
Según las conclusiones de los investigadores, los cambios en el Ártico y el deshielo de la banquisa provocan una modificación general de la circulación oceánica y atmosférica que afecta a su vez a las condiciones meteorológicas de otras regiones del mundo.
Es el caso en Canadá y gran parte de Estados Unidos, que han tenido un clima suave poco habitual mientras que en la península arábiga y en el norte de África se registraron a principios de 2017 temperaturas anormalmente bajas.
Además las temperaturas en la superficie del mar fueron en 2016 las más altas jamas registradas y el aumento del nivel medio del mar continuó mientras la superficie de la banquisa en el Ártico fue inferior a la normal durante gran parte del año.
«La concentración de CO2 en la atmósfera no para de batir récords, lo que demuestra cada vez con más claridad la influencia de las actividades humanas en el sistema climático», explicó Taalas.