El primer ministro liberal holandés, Mark Rutte, afirmó congraciado que «luego del Brexit y después de las elecciones en Estados Unidos, Holanda dijo no al populismo».
Después del Brexit en el Reino Unido y la elección de Donald Trump en Estados Unidos, las elecciones holandesas se consideran un indicio de lo que podría avecinarse en las presidenciales de Francia, en abril y mayo, y en las legislativas de Alemania, hacia fin de año.
Según los resultados parciales compilados por la agencia de prensa holandesa ANP basados en el 54,8% de los votos, el VDD de Mark Rutte contaría con 32 escaños de los 150 de la cámara baja del parlamento holandés.
Perdería así 9 diputados respecto a las elecciones de 2012, pero quedaría netamente por delante del PVV del ultraderechista Wilders, que solo habría subido 4 diputados, hasta 19.
Asegurando que se trataba de un «éxito», Wilders afirmó el miércoles por la noche que estaba dispuesto a gobernar «si era posible» en coalición, si bien las principales formaciones ya han descartado colaborar con él.
«Si eso no funciona (…) apoyaremos al gobierno en todo lo necesario en los temas importantes para nosotros», agregó.
Los resultados tranquilizaron a Europa y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, celebró «una votación por Europa, contra los extremistas», mientras que el presidente francés, François Hollande, celebró «una neta victoria contra el extremismo».
«Me alegro de proseguir con una buena colaboración como amigos, vecinos, europeos», indicó la canciller alemana, Angela Merkel, citada en Twitter por su portavoz, Steffen Seibert.
Políticos razonables
En una campaña marcada por las cuestión identitaria, Mark Rutte, como también hicieron otros líderes, integró algunos elementos anteriormente reservados a su rival, invitando, por ejemplo, a aquellos que no respeten los valores holandeses a irse del país, de 17 millones de habitantes.
Durante la campaña, Wilders prometió cerrar las fronteras a los inmigrantes musulmanes, prohibir la venta del Corán y acabar con las mezquitas, en un país cuya población cuenta con alrededor de un 5% de musulmanes.
Aunque hace unos meses las encuestas le otorgaban 36 escaños, su Partido por la Libertad (PVV) fue cayendo en los sondeos a medida que se acercaban los comicios.
«El PVV [de Wilders] no es una fuerza revolucionaria», declaró a la AFP Geerten Waling, investigador de historia política en la Universidad de Leiden. «Aunque el [PVV] no sea pequeño, la gente se ha mantenido al lado de los políticos razonables».
Negociaciones
Los democratacristianos del CDA y los progresistas de D66 habrían obtenido 19 escaños respectivamente, mientras que los laboristas del PvdA, socios de la coalición saliente, habrían registrado una derrota histórica pasando de 38 diputados a 9.
Los ecologistas de GroenLinks, conducido por el carismático Jesse Klaver, habrían cuadriplicado sus resultados, hasta conseguir 16 escaños.
Los holandeses se enorgullecen del consenso político y en general los partidos suelen tomarse como promedio tres meses para fraguar la coalición gobernante, en un escenario político fragmentado.
Los democratacristanos del CDA y los progresistas del D66 son socios naturales de los liberales pero esta posibilidad necesitaría de otro partido más para alcanzar la mayoría de 76 escaños.
Las miradas están puestas en los cristianos (CU, 6 escaños) y los protestantes rigoristas del SGP (3 escaños) aunque los ecologistas también podrían jugar un papel importante.
La votación estuvo marcado por una participación masiva: 81% de los 12,9 millones de electores acudieron a las urnas, según el instituto de sondeos Ipsos. En los últimos comicios, en 2010 y 2012, la tasa de participación fue de 74,6% y 75,3% respectivamente.