Desde la investidura del nuevo presidente estadounidense, el 20 de enero, Israel ha anunciado la construcción de más de 6.000 viviendas en Cisjordania y Jerusalén Este, ocupadas y anexada.
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Los 3.000 nuevos asentamientos anunciados este miércoles de madrugada parecen ser una concesión adicional a los partidarios de la colonización, coincidiendo con el inicio de la evacuación de Amona, una colonia objeto de un álgido debate en Israel.
Cientos de policías estaban apostados, aparentemente desarmados, en lo alto de la colina en la que se encuentra la colonia de Amona, cerca de Ramala, para evacuar a los entre 200 y 300 residentes.
La batalla política y legal que gira en torno a Amona desde hace varios años termina con su demolición, una decisión tomada por el Tribunal Supremo israelí, que la juzgó ilegal desde el punto de vista del derecho israelí al estar construida en tierras privadas palestinas.
Los 200 o 300 habitantes, que han vivido casi siempre allí, han rechazado hasta ahora abandonar el lugar.
Según ellos, toda Cisjordania, territorio palestino ocupado por Israel desde 1967, pertenece a la tierra bíblica de Israel.
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– » Triste y enfurecida» –
Rivka Lafair, de 19 años, nacida en Amona, está «triste y enfurecida». «Los destructores del pueblo judío están su mismo interior», dice en alusión al Gobierno. Ella y su marido quieren quedarse hasta el final, pero por ahora no saben dónde irán.
La mayoría de los residentes, que viven en varias decenas de casas prefabricadas convertidas en viviendas permanentes, prometieron resistir, pero sin violencia.
El martes por la noche, un grupo de jóvenes consiguió cruzar los controles policiales para oponerse a la evacuación.
Las fuerzas de seguridad no encontraron sin embargo resistencia, salvo algunos jóvenes que les lanzaron piedras.
Moti Yogev, diputado de la mayoría y uno de los más fervientes defensores de los colonos, quiso tranquilizar a los habitantes: «Sí, Amona será destruida, pero vamos a construir 3.000 viviendas», dice este miembro de Hogar Judío, socio de la coalición gubernamental de Benjamin Netanyahu, una de las más conservadoras de la historia de Israel.
– «Construimos»-
Aunque las autoridades israelíes no han tenido más remedio que evacuar Amona, están aprovechando la nueva situación favorable con la llegada de Trump a la Casa Blanca para multiplicar sus medidas de colonización.
«Construimos y seguiremos construyendo», prometió el primer ministro, Benjamin Netanyahu. Según él, la presidencia de Trump constituye una «oportunidad formidable» tras las «enormes presiones» del Gobierno de Barack Obama.
«Entramos en un período de regreso a la normalidad (en Cisjordania) y aportamos la respuesta pertinente a las necesidades cotidianas de la población», declaró en un comunicado el Ministerio de Defensa, que ejerce autoridad sobre el territorio.
La comunidad internacional y los palestinos no dejan de estar preocupados por esta ráfaga de anuncios. Sin embargo, mientras que el Gobierno de Obama había criticado e intentado frenar lo más posible la colonización, el de Trump, de momento, se ha mantenido en silencio.
Nabil Abu Rudeina, portavoz de la presidencia palestina, denunció una «campaña feroz de colonización israelí que viola el derecho internacional». La dirección palestina lanzó una serie de consultar urgentemente, dijo. También instó a la administración estadounidense a que frene esta política, que busca «destruir el proceso de paz».
Las colonias, implantaciones civiles israelíes en los territorios palestinos ocupados, son ilegales con respecto al derecho internacional.
Una gran parte de la comunidad internacional las considera como una obstáculo mayor a la paz entre israelíes y palestinos, meta distante desde hace décadas.
El Gobierno israelí niega que sean la causa del retroceso de los esfuerzos de paz.
Unos 400.000 colonos israelíes conviven a menudo en conflicto con 2, 6 millones de palestinos en Cisjordania.
La expansión de las colonias, política mantenida por todos los Gobiernos israelíes desde 1967, va carcomiendo progresivamente el territorio de Cisjordania y amenaza con volver imposible la creación de un Estado palestino independiente que coexistiría con Israel, la solución internacional de referencia para poner fin al conflicto.