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Joseph Ramos, presidente de la Comisión Nacional de Productividad, presentó el informe final del año 2016 referente al desempeño económico de nuestro país. Las cifras son alarmantes. Chile destaca por ser uno de los países que trabaja más horas, un 30% más que Estados Unidos y naciones desarrolladas.
Sin embargo, la producción promedio de bienes y servicios por cada hora de trabajo sólo logra ser aproximadamente un 70% de lo que logran los norteamericanos. Trabajamos más horas que el resto, pero generamos poca producción en cada una de ellas.
La productividad es un índice que mide cuánto se logra producir en una unidad de tiempo. Mientras más productivo sea un trabajador, más provechosa será la economía. Imagine que un chileno es capaz de producir una empanada en una hora, mientras que un chino es capaz de hacer la misma empanada en 30 minutos. Suponiendo que el precio de las empanadas es de mil pesos: ¿Cuál trabajador es más productivo? Sin duda el chino, pues en una jornada laboral de 8 horas es capaz de generar una producción igual a 16.000 pesos.
En contraste, el chileno es capaz de generar 8.000 pesos en el mismo intervalo. Note que el individuo chino podría trabajar 4 horas y sería capaz de producir lo mismo que el chileno. En ese sentido el trabajador chino podría gozar de mayor bienestar, dado que podría trabajar menos y obtener buenos resultados.
Desde 1990 hasta 2005 la productividad de Chile creció un 34%. Sin embargo dicha medida se contrajo sostenidamente hasta 2009, para luego estancarse hasta nuestros días. Estimaciones de la Comisión dan cuenta que la productividad creció 2,3% promedio año a año desde 1990 hasta el año 2000. No obstante, desde 2001 hasta 2015 el crecimiento promedio anual se contrajo fuertemente a un 0,1% promedio.
Sin duda que Chile debe impulsar medidas que contribuyan a revertir la malograda situación. ¿Jornadas de trabajos más acotadas? ¿Mayor inversión en ciencia, tecnología e innovación? ¿Educación gratuita? Sin duda propuestas que tienen sentido. Quizá la respuesta sea más simple: aumento de los salarios. Sin embargo, mientras algunos creen que los salarios definen la productividad, otros creen que es la productividad la que debiera definir los salarios. Es hora de lograr consensos.
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