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Fernando Atria, precandidato presidencial: “Chile necesita una política distinta”

Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Cuarto piso, junto a una fotocopiadora, cruzando la mampara en la primera puerta a la izquierda. Allí se encuentra la oficina de Fernando Atria Lemaitre y desde allí evalúa la contingencia nacional con Publimetro. Militante desde 2009, abogado y profesor de Introducción al Derecho desde 2002. Este constitucionalista se ha convertido en protagonista de la discusión política a partir de su lucha por impulsar una asamblea constituyente que modifique los actuales cimentos legales creados en dictadura.  Desde aquella campaña “Marca AC” ha ido incrementando su injerencia y deseo por modificar el neoliberalismo, incluso llegando al punto de fijar su mirada en La Moneda e intentar vencer a aquellos “próceres del sistema binominal” (Insulza y Lagos). “Los desafíos que tiene Chile hacia el futuro, esa forma política no los pueden enfrentar”, señaló.

¿Por qué Fernando Atria sería una buena alternativa para gobernar Chile en una etapa de alta deslegitimación de la clase política y sus instituciones?
-Porque soy parte de un proyecto colectivo que ha ido madurando y que tiene que defender una opción antineoliberal. Lo que no es sólo decir derogas el neoliberalismo, hay que pensar bien las cosas y eso lo hemos hecho. Ahora, es fundamental que haya un recambio político en Chile. En la condición actual, recurrir a quienes aprendieron a hacer política durante la hegemonía binominal, es recurrir a quienes entienden la política de una manera que no es adecuada para el momento actual.

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¿Cómo considera la opción de que el PS y el PPD definan un candidato presidencial único sin primaria?
-A lo mejor sería bueno para el Partido por la Democracia (PPD), pero sería nefasto para el Partido Socialista (PS).

¿Cuál cree es el objetivo que buscan quienes promueven esta opción?
-Es importante preguntarse qué es lo que uno espera del Partido Socialista a la hora de apoyar un candidato. Yo pensaría que hay dos criterios obvios: que pacifique el partido y que se genere un apoyo para el candidato. Si el PS no eligiera a su candidato en primarias tendría problemas en ambos lados. Generaría división al interior del partido y sería visto como un arreglín entre cuatro paredes que no tendría mucho peso.

Señaló que si el PS no realiza primarias demostraría no ser un partido de izquierda.  
-No estaría abierto a un sistema de renovación que implica ir a legitimar a su candidato frente a la ciudadanía. Que mira más bien las negociaciones internas y los arreglos entre sectores y eso hace bien difícil pensar que el socialismo volverá a la izquierda en la medida en que todo sea decidido por cúpulas.

¿Cree que hay otros factores que han alejado al PS de la izquierda?
-Lo mismo que ocurre en la política nacional ocurre en el nivel partidario. Si a nivel país es evidente este distanciamiento e indiferencia de la ciudadanía con la clase política, en los partidos aparece el mismo tipo de indiferencia entre las cúpulas y la base. Hay una especial desorientación sobre cómo enfrentar esta fase neoliberal del capitalismo. La tercera vía fue de hecho el reconocimiento de que enfrentarlo era uniéndose a él para así en alguna medida humanizarlo. Eso afectó al PS y es lo que hoy en día está en cuestión. El partido es visto como una institución que entendió que su manera de ser socialista es declarándose neoliberal, pero tratando de humanizarlo. Hoy es fundamental que el partido se muestre como antineoliberal.

¿Usted plantea una discusión al interior del PS para que se comience a considerar nuevamente esta alternativa?
-El sentido de mi candidatura no mira al PS, pero que el partido se haya alejado de la izquierda, dejando de ser lo que reclamaba ser, que era la casa de la izquierda, ha ido produciendo una especie de diáspora socialista. Si uno mira donde sea en la izquierda está lleno de ex socialistas. En todos, o casi todos, los partidos que se están organizando en el Frente Amplio, una posición importante la tienen ex socialistas que abandonaron el partido precisamente por este giro hacia el neoliberalismo. Hoy es un momento para reabrir una discusión en el partido ante el amplio pueblo socialista y de ahí a la ciudadanía completa. El PS no puede no ser un partido de izquierda. Ahora, ser de izquierda hoy no tiene nada que ver con la izquierda del año 50. Aún así, no puede estar en el centro.

¿Su candidatura mira a La Moneda o sólo quiere generar un fenómeno al interior del partido?
-Mi candidatura tiene como pretensión ganar las primarias de abril, ganar las primarias del 2 de julio y ganar la elección presidencial. Eso no quiere decir que cualquier cosa distinta a ganar va a ser calificada como un fracaso. Uno puede tener más o menos éxito en distintas dimensiones. Nuestra acción tiene distintos objetivos y uno claro es ser candidatura presidencial, no testimonial. No vamos a ser una candidatura sólo para tener alguna exposición pública y eso va a empezar a notarse cuando tengamos una propuesta programática más avanzada. Uno puede rápidamente distinguir un programa para testimoniar y otro para ganar, el nuestro será el segundo. Al mismo tiempo, incluso si no ganáramos hay muchas dimensiones en qué preguntarse por el éxito. Mover la discusión hacia la izquierda, por ejemplo.

¿Cuáles serán los principales pilares de su programa?
-Nuestro pilar central es que en 2017 el país va a estar enfrentado a una disyuntiva. Independiente de la posición que nos una, es difícil negar que éste ha sido el gobierno más transformador desde 1990. Uno podría decir que no ha sido suficientemente transformador y muchas cosas más, pero es una transformación, que por razones imputables al gobierno y por la cultura política binominal, ha terminado con muy poca aprobación. Una interpretación que surge, defendida por la derecha, es que eso demuestra que los cambios han sido rechazados por la mayoría, por lo que hay que revertir todo lo que se pueda y volver a la forma política anterior. Otro punto, es que el proceso transformador iniciado debe ser continuado. Hay que corregir lo que debe ser corregido, pero que no implique cambiar de dirección. Esa es la disyuntiva que enfrentará el país. Esperaríamos que la Nueva Mayoría estuviera del segundo lado.
La manera de continuarlo tiene tres líneas. Una, Chile necesita una nueva política y nueva Constitución a través de asamblea constituyente. Segundo, y en continuación y corrección de lo hecho, una ampliación de la idea de derechos sociales. Solidaridad por oposición al individualismo. En educación, por ejemplo, desmunicipalización, fortalecimiento de la educación pública y educación superior, que creo va a significar la discusión sobre una nueva ley, ya que no creo avance durante este gobierno. Pero hay otros temas relevantes también como salud, pensiones, vivienda, género, etc. La tercera línea es repensar el modelo de desarrollo chileno. Nos estamos dando cuenta que Chile ha desperdiciado por segunda vez una bonanza inesperada. La primera fue la del salitre y la segunda fue el alto precio del cobre. Esto se acabó sin que quedara una estructura diversificada con mayor productividad. Eso tiene que ver con esta idea neoliberal de que el Estado contribuya al desarrollo interfiriendo lo menos posible. Acá hay espacios para políticas inteligentes de industrialización, fomentar la innovación y productividad de una manera no neoliberal. Eso supone repensar la forma en que Chile se desarrolla.

¿Cómo califica el rol del PC en el gobierno?
-Ha sido un integrante responsable de la Nueva Mayoría y un aporte. Tuve una reunión con el PC en que hubo muchos acuerdos programáticos y, aunque no será la única dimensión que considerarán al momento de tomar su decisión, esperaría que contáramos con su apoyo.

¿Cómo considera al Frente Amplio como alternativa de izquierda?
-Es interesante lo que pasa con el Frente Amplio. Es importante lo que intentan hacer y espero que les vaya bien. Sin embargo, que la izquierda se fraccione generará ganancias para la derecha. Ese escenario se debe evitar y esperaría que ellos tuvieran conciencia de lo mismo. La contribución que se puede hacer para evitar aquello es aceptar que en las condiciones actuales la convergencia orgánica, en términos de alianzas formales, es imposible. Hoy pretender una alianza entre un sector del PS y los grupos del Frente Amplio, es políticamente inviable. El hecho que sea inviable una alianza formal no quiere decir que no puede haber espacios de convergencia sustantivas y no podamos ir conversando en cuanto a las ideas. Esa conversación abierta pueda ir cambiando las relaciones entre estos dos grupos y abriendo para el futuro posibilidades que hoy se ven cerradas.

Hoy compite con dos políticos de alta experiencia como Ricardo Lagos y José Miguel Insulza, ¿qué opinión tiene de ellos?
-Prefiero no opinar sobre ellos porque cualquier cosa que diga puede ser tomada como una descalificación. Dicho eso, sería bueno que en Chile hubiera una clase política que no hiciera política del modo “república binominal”. Los desafíos que tiene Chile hacia el futuro, esa forma política no los puede enfrentar. Tan claro es que no lo puede enfrentar, que esa forma ha llevado a la política chilena a un nivel de desprestigio histórico. Eso no tiene que ver con la moralidad de los actores, no creo que sea reducible a éste o aquél, tiene que ver con la cultura política que floreció bajo el binominal. Chile necesita una política distinta. Si nuestra candidatura no estuviera, las opciones sería entre próceres de la política binominal.

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¿Qué piensa sobre los buenos resultados que está obteniendo el senador Alejandro Guillier en las encuestas?
-El político mejor evaluado es quien no es visto como político. En algún sentido esta popularidad es un reflejo de la distancia entre la ciudadanía y la clase política. Además, el sólo hecho de que Guillier tenga buenos números en las encuestas no puede ser tomado como decisivo. Uno esperaría que la decisión presidencial de los partidos sea una discusión sobre el futuro de Chile, eso tenemos que abordar más allá de los cálculos por las encuestas, que además son tan cuestionadas. En su momento habrá que mirarlas, pero ahora la discusión debe ser enfrentada desde lo que Chile necesita. La importancia de las encuestas demuestra que los políticos son alérgicos a la ciudadanía.

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