La pequeña ciudad de Kaktovik, en la región ártica de Alaska, Estados Unidos, se ha acostumbrado a convivir con osos polares. Llegan en grupos de 80 o cien ejemplares y se la pasan en los alrededores cada vez más tiempo. Siempre desde agosto hasta noviembre, cuando el hielo ártico se empieza a recomponer.
Pero este año, según publica el New York Times, la recuperación del hielo ártico se ha tardado más que nunca, registrándose en noviembre los niveles más bajos. La zona ártica se está calentando a un ritmo acelerado, tanto que los científicos y especialistas se han demostrado sorprendidos.
El hielo, importante hábitat para los osos polares ya que les sirve, por ejemplo, para cazar focas, está totalmente ligado a su existencia. «Conforme se va el hielo, también se van los osos polares», dijo Steve Amstrup, científico en jefe de Polar Bear International, una ONG especializada.
Es el mar de Beaufort, en cuya costa está ubicada la ciudad de Kaktovik, uno de los que se ha visto más afectados por el calentamiento de las aguas marinas. Si antes los hielos árticos llegaban hasta la playa de Kaktovik en esta época, este año los hielos se derriten varios kilómetros mar adentro. Hecho que también afecta a la vida de los osos polares.
Convertidos en íconos del calentamiento global gracias al documental «Una verdad incómoda» de Al Gore estrenada en el 2006, la inclusión de los osos polares en la lista de especies amenazadas o en peligro de extinción les ha confirmado como símbolos de la causa.
El derretimiento del hielo amenaza a los osos polares mucho más que la caza furtiva, el derramamiento de petróleo en los mares y la actividad humana en general. Como dice un experto al The New York Times, «un oso necesita del hielo para ser oso polar. Esa es la cuestión».
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