El Parlamento austriaco adoptó el jueves una ley para expropiar la casa natal de Hitler, abriendo así la posibilidad de una profunda modificación arquitectónica, o incluso de una destrucción, del edificio que atrae con frecuencia a neonazis.
La ley, aprobada casi por unanimidad, pone fin a un largo conflicto entre el Estado y la familia propietaria de este edificio del siglo XVII, situado en el centro de Braunau-am-Inn, en la frontera con Alemania.
El Estado alquilaba la casa desde 1972 para poder controlar su uso. Durante años albergó un centro para minusválidos, una de las categorías de la población que fue víctima de los nazis.
La enorme casa con fachada amarilla, donde Hitler nació el 20 de abril de 1889, está vacía desde 2011, cuando sus propietarios opusieron su veto a un nuevo uso del edificio.
Viena tendrá ahora que decidir el futuro de este lugar, que se convirtió en un lugar de peregrinaje para algunos nostálgicos del Tercer Reich.
En octubre, el ministro del Interior Wolfgang Sobotka anunció el lanzamiento de un concurso de arquitectos para transformar la casa. Según él, el edificio debería destruirse, pero no todos comparten su opinión al respecto.
En cualquier caso, el edificio ya «no (podrá) ser identificado en su forma exterior» y se destinará a albergar una administración o una institución de carácter social, indicó el Gobierno.
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